P.V. Haridian
Me levanté y vi el maravilloso día que me esperaba. Esa mañana tenía una sonrisa en la cara que costaba borrarla, especial vitalidad y una sensación extraña, pero agradable. Tenía esa sensación de que ese día pasaría algo, algo bueno, o tal vez malo, pero por una vez, tenía la corazonada que sería el comienzo para ser feliz.
Me di una ducha rápida y comencé a prepararme. Unos pantalones ajustados que me hacian las piernas más definidas y más bonitas; una camisa que dejaba uno de mis hombros al descubierto, y como no, mis all star blancas. Me maquillé y me recogí el pelo, sencilla pero bonita.
Cogí un taxi y me dirigí al instituto, ya llegaba tarde, y ya se hacía costumbre.
Cuando llegué vi a Claudia esperandome en la puerta con cara de preocupada y fui a su encuentro.
- ¡Clau! - chillé desde lejos.
- ¡Oh cielos, te ves preciosa! - y me hizo dar una vuelta sobre mi misma.
- Que pelota eres. - y reí - ¿te pasa algo?
- Eh... Estoy un poco preocupada. No sé nada de Marcos, lleva días sin venir a clase y no lo localizo por ninguna parte. ¿Y si le pasó algo?
- No creo Clau, sabes como es, a veces pierde por semanas y nadie sabe de él hasta que se digna a aparecer. Seguro discutió con sus padres o con su novia y se largó de fiesta por una semana. Ya aparecerá, no te preocupes. - y le dediqué una sonrisa que la tranquilizó - Ahora vamos a clase, ¡llegamos tarde!
Entramos a clase corriendo y entre risas. Hay que decir que me sentía muy bien con Claudia, era una buena amiga, siempre me apoyaba, me comprendía y me molestaba bastante solo para terminar entre risas. Era una de las pocas amigas de verdad que había tenido. Ella y David eran en los que siempre confiaba.
Primera hora; física y química. Estuve distraída, la verdad es que esa asignatura no me gustaba, y el profesor era un hombre antipático y poco comprensivo. Cuanto más lejos de mi estuviera, mejor.
Llegamos a última hora y no había pasado nada, y la verdad empezaba a decepcionarme. Sentía que algo había ocurrir, y aunque aún quedara todo un día por delante, pensaba que podría pasar algo en el instituto, donde estaban todos los chicos guapos, donde estaba Samuel.
Y hablando del rey de roma, por la puerta se asoma...
- Hola, Hari. - me dedicó una sonrisa perfecta, de las que me hipnotizaban.
- Hola, Samuel, ¿cómo estás?
- Muy bien, gracias. La verdad es que quería proponerte algo.
- ¿Que pasa? - ahí estaba, lo que tanto esperaba.
- Pues... Había pensando que tal vez, si tú querías, después del instituto podría invitarte a un batido, o a un helado, o a lo que quieras... ¿Qué me dices?
- ¡Perfecto! Pues lo siento guapito, pero te voy a arruinar. - le puse una sonrisa pícara, y los dos reimos con ganas.
- Muy bien preciosa, a la salida te espero. - y se marchó dedicandome de nuevo, una de sus mejores sonrisas.
Iba a salir a tomar un batido con el chico más guapo de todo bachiller. Era afortunada, aparte de ser guapo, era cariñoso, simpático y listo. ¿Qué más puedo pedir?
Esperé impaciente que tocara y salí disparada, y ahí estaba él, ese chico perfecto, esperandome con esa sonrisa que me encantaba.
- ¿Vamos? - dije ocultando mis ganas de estar con él a solas.
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Afortunada Coincidencia
RomanceY jamás nadie pudo reemplazar todo lo que aquel hombre sintió por esa chica, bueno, mejor dicho, aquella mujer, porque sin duda, aquel año cambió completamente; dejó de ser una joven adolescente alocada, para convertirse en toda una mujer.