Capítulo 8 - El accidente

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Había llamado a Esther y quedamos en el Starbucks de siempre. La verdad es que esa llamada la emocionó un poco pues me hablaba con tono meloso y feliz. Desde luego no iba a darle otra oportunidad, ni tampoco iba a perdonarla, o quizás si...

Llegué al Starbucks y ahí estaba ella, esperandome con una sonrísa que ocupaba toda su cara. Según me aproximaba más a donde estaba ella, el corazón se me iba encogiendo más y más. Después de todo, tenerla cerca aún me extremecía, me hacía perder la cabeza, como lo había hecho el día anterior. Un gran error.

Entré y me dirigí para terminar pronto con todo esto. Sólo necesitaba algo de suerte. Allá vamos, pensé.

- ¡Sergio! - me chilló y se abalanzó sobre mi causando que todos nos miraran y yo me sonrojara.

- Estamos en un sitio público, compórtate Esther. - le dije serio. - Siéntate, tenemos que hablar. - obedeció algo confusa por mi trato.

- Tú dirás.

- Lo que pasó ayer, fue un error. - empecé. - Y no quiero que se vuelva a repetir. Aquella chica que viste... La quiero. Creo que me estoy enamorando de ella, y ayer le iba a pedir que fuéramos más que amigos. - suspiré. - No tenías que haberme besado, aunque yo tampoco tenía que haberlo seguido. Y lo peor es que ahora no quiere saber nada de mí... - bajé la cabeza y continué. - Quiero que único que tengamos sea una amistad. Es lo máximo que puedo ofrecerte. No quiero ni besos,  ni caricias, ni nada que sea algo más que de amigos. No quiero hacerte daño, pero ya no te quiero. Tú te fuiste, y apareció ella.

- Supongó que ya no soy nada en tu vida... - pude notar tristeza en sus ojos. - Yo solo quería que me dieras otra oportunidad, que me perdonaras, volver a intentarlo...

- Fuiste mucho en mi vida, pero... -suspiré. - bueno, da igual.  Hace tiempo que dejó de dolerme, y ese mismo día te perdoné, pero no quiero intentarlo de nuevo, llegas tarde, yo la quiero.

- Te necesito, Sergio... - y empezó a llorar. En ese mismo momento la pude ver, era Haridian. Estaba ahí mirandome, y yo estaba de nuevo con Esther. No lo pensé más y eché a correr. 

Huyó de mi. Empezó a correr y no paró, hasta que una bocina de un auto sonó. Se quedó estática mirando al coche que venía de frente.

- ¡Haridian, apartate! - le chillé con todas mis fuerzas. Ella solo me miró y pude notar como estaba asustada y unas lágrimas bajaban por su cara.

Lo próximo fue verla en el suelo inonciente. 

Al coche no le había dado tiempo de frenar, estaba muy cerca, y ella no se movió. Se quedó como paralizada. Justo como estaba yo en ese momento.

Claudia me despertó de mis pensamientos, corriamos para llegar junto a ella. Tenía sangre, se había dado en la cabeza. Noté como una lágrima salía de unos de mis ojos para llegar a la comisura de mis labios y desaparecer. 

Llamaron a la ambulancia y no tardó nada en llegar. Cogí mi moto y fui al hospital. Me sentía culpable por todo. Necesitaba verla y saber que estaba bien... Ella debía saber que la quiero y que solo me preocupo por ella. Y también debería saber que lo lamento y que sí, estoy enamorado de ella. Porque todo lo que había pasado en apenas dos días me había abierto los ojos; estaba enamorado de ella y se lo iba a demostrar.

***

Abrí los ojos y me encontraba en una habitación que no era la mía. ¿Dónde estaba? Recorrí toda la habitación con los ojos, y me paré en un punto. Era él. El dueño de mis mejores sonrisas, el dueño de todas mis ilusiones, el dueño de cada pensamiento que pasaba por mi cabeza... Entonces recordé. Estaba besando a otra en nuestro sitio, y al día siguiente estaba con esa misma mujer en ese Starbucks donde habíamos ido tantas veces...

Afortunada CoincidenciaWhere stories live. Discover now