001 l Morfeo es un ladrón

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La mano trataba de escribir toda la información que podía extraer de las palabras del profesor de medicina forense que caminaba del lado a lado con las manos entrelazadas en la espalda, fijando sus ojos en cada uno de sus alumnos para que pudiesen mantenerse enfocados. Era un hombre que parecía estar rondando los cincuenta años, pues su pelo corto era oscuro, pero parecía que se estaba tornando gris, llevaba unas grandes gafas circulares en los ojos que daban la sensación de atacarte si no prestabas atención.

Nicoletta se irguió cuando sintió una punzada en uno de sus laterales, ella miró por el rabillo de su ojo hacia atrás, viendo a su mejor amiga que se inclinaba hacia al frente con sutileza para no ser atrapadas en el acto de conversar.

—¿Tienes corrector? —murmulló Pia, moviendo su pluma negra con desesperación.

La pelirroja que estaba sentada al frente asintió con su cabeza, su larga melena se meneó. Ella desvió la mirada hacia la mochila que estaba en el suelo para arrastrarla hacia la castaña. Pia esbozó una sonrisa, sus mofletes se hicieron más grandes al instante. Ella se agachó para buscar lo que necesitaba de la mochila, para dejarla ahí, al final de la clase se la regresaría.

—Nos hemos pasado tres minutos de nuestra clase, siento retenerlos —informó el maestro, mirando hacia el reloj de la muñeca. Escuchó como el ruido empezaba a incrementar, todos estaban desesperados por ir a su siguiente clase—. Si les quedaron temas de lo visto, me lo comunican la siguiente semana, porque acuérdense que el viernes hay examen —declaró el hombre al ver cómo iban saliendo por la puerta.

Nicoletta giró su tórax para tomar la mochila y guardar su libreta junto con sus plumas.

—Gracias, Nico. Oye, tengo que apresurarme, porque mi novio va a pasar por mí. No te molesta, ¿verdad? —preguntó, cerrando su mochila, levantándose del escritorio.

—No te preocupes Pi, nos vemos mañana y que te diviertas.

—Tú también, y por favor, no vayas a desvelarte estudiando que cada vez que te veo tus ojeras son más profundas —recriminó, colgando su mochila sobre el hombro.

—Sabes lo difícil que es para mí esta clase, necesito hacerlo si quiero aprobar.

—Como te parezca más conveniente, nos vemos mañana. —Pia acercó su mano para enredarla en los mechones de su amiga como despedida, se giró sobre sus talones con dirección hacia su novio que estaba recargado en el umbral de la puerta.

El pelinegro de su estatura con un poco de sobrepeso extendió los brazos para darle una acogedora bienvenida a su novia.

Entretanto, Nicoletta se acercó al escritorio del profesor con la mochila en mano.

—Señorita Russo, aquí le traje uno de mis libros —enunció el hombre que estaba sentado, abriendo un cajón de su escritorio—. Está un poco viejo, es de cuando yo empecé a dar clase, hace más de quince años. Hay apuntes y cosas importantes, es más digerible que el que la Universidad nos obliga a utilizar, y nosotros seguimos instrucciones —explicó con voz firme, acariciando el libro con dulzura—. Te va a servir mucho, igual si sigues teniendo dudas, me mandas un correo electrónico para resolverlo rápido —animó con una pequeña sonrisa.

—Gracias profesor. —Aceptó el libro para guardarlo en su mochila.

Nicoletta era estudiante de medicina, su mayor anhelo era especializarse en neurocirujano pediatra. Sin embargo, la materia de medicina forense era un verdadero reto para ella. En lo particular, no le gustaba en lo absoluto, y era un requisito para completar la carrera. Así que se acercó a el profesor para comentarle el problema y fue muy accesible al tenderle una mano.

El capricho de Morfeo [CD #2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora