The Walking Dead (Ross Lynch)

Capítulo 24: La llegada a Savannah

A la mañana siguiente, logramos llegar a Savannah. Todos caminábamos por las solitarias calles, dónde no había nadie, ni siquiera un caminante. Aún me preguntaba quién era el del walkie tolkie, y por eso lo llevaba conmigo, a pesar de que Clementine me lo había pedido un par de veces.

Me había pasado la noche en vela, esperando que el tipo del walkie tolkie volviera a intentar ponerse en contacto con la niña, pero no lo hizo, por lo que mi plan de averiguar quién era, había fracasado.

Cambiando de tema, la pierna de Max había empeorado, se le había hinchado, y yo seguía insistiendo en que necesitaba que lo revisara un médico, pero nadie me escuchaba. Si seguía así, se infectaría, y no dejaría que eso pasara, ya que, podría convertirse en... caminante.

-Mierda, necesito parar-comentó Max, con voz adolorida. Miré a Alice, quién iba al frente de nuestro grupo.

-Alice.-la llamé, pero ella me ignoró olímpicamente.-Alice, debemos parar.

-Bien-paró en seco, y luego volteó hacía nosotros. Max paró también y soltó un gemido de dolor.

-No entiendo cómo es que tu estás perfectamente bien-me dijo él.

-Saltaste mal. Igualmente, a mi me duele todo, digamos que caer en un techo de acero, no es muy lindo-repliqué acercándome a él.

-Eres un debilucho, Davis-se quejó Ross, algo molesto. Max lo miró fulminante.

-Oh, cállate, solo estás celoso, Lynch-sonrió falsamente, y mi amigo se sonrojo, cosa que confirmó que Davis tenía razón.

-Dejen de pelear, o juro que los castraré a los dos mientras duermen-aseguré, y ambos cerraron la boca, porque sabían que era muy capaz de hacer algo así.

-Tenemos que conseguir un médico-propuso Chuck, al ver a Max.

-Claro, consigamos un médico. Seguramente debe de haber un millón de ellos en el fin del mundo, ¿no?-preguntó Alice con el sarcasmo más evidente.

-Ya, sabemos que estás dolida, pero por favor, basta-pidió Ben, y lo miré fulminante, porque el había sido el causante indirecto de que Alice esté de esa manera.

-Cállate, Ben, cállate. No te metas-ordenó ella, con seriedad, aunque se notaba a millas que estaba furiosa.

-Nati, yo tengo un par de vendas-comentó Clementine con una sonrisa. La miré, impresionada. Ella sacó de su pequeña mochila, unas vendas.

-¿De dónde las sacaste?-pregunté asombrada. Ella se encogió de hombros.

-Siempre las tuve-respondió simplemente. Asentí.

-Gracias, Clem. Ahora, Max...-pero no pude decir nada más, ya que unas campanas comenzaron a sonar. Estábamos cerca de un viejo campanario. Lo miré, y pude ver una sombra moverse entre los edificios, velozmente.

-Mierda, ¿lo vieron?-preguntó Ross mirando en la misma dirección que yo. Asentimos, y en ese mismo momento, una voz, la misma que había oído antes, habló por el walkie tolkie.

-Yo que ustedes, me apresuraría a salir de ese lugar-y luego no habló más.

-¿Quién eres? ¿Quién demonios eres?-pregunté desesperada y furiosa. Pero, no me contestó.

-Pensé que esa cosa estaba rota-dijo Max enojado, y algo me decía que estaba molesto conmigo, ya que no le había dicho que funcionaba.

-¿Por que no nos dijiste que esa mierda seguía funcionando?-me reclamó Ross.

-No es momento de discutir, es momento de escapar-intervino Chuck. Todos miramos al otro lado de la calle, dónde los caminantes comenzaban a aparecer, y del otro lado también, solo que menos cantidad.

-¿Y ahora que?-preguntó Alice, sacándole el seguro a su revólver.

-Corremos-contesté haciendo lo mismo. Comenzamos a correr, mientras les disparabamos a los caminantes más cercanos, hasta que sentí que algo me tomó del tobillo, haciéndome caer, y golpearme el labio contra el asfalto.

Volteé, y vi a un caminante, que trataba de morderme. Traté de tomar mi arma, la cuál estaba enfrente de mi, pero me era imposible, no llegaba. Hasta que unos disparos se escucharon, y sentí que el infectado había dejado de intentar su único objetivo. Me incorporé, encontrándome con que era Alice quién me había salvado.

-Estuvo cerca, ¿eh?-preguntó sonriendo levemente. Asentí, agradeciendole.

Logramos llegar hasta dónde estaba el resto de nuestro grupo, y pude notar que Ben y Clementine eran los que faltaban, por lo que comencé a alterarme.

-¿Dónde está Clem? ¿Dónde carajos está?-todos se miraron, y me temí lo peor, hasta que escuché sus gritos.

Volteé, y vi que ella y Ben estaban siendo acorralados por unos 10 caminantes, por lo que me alarmé enormemente.

-Ben, protegela-le grité mientras le disparaba a los infectados. Pero, al acercarse más, el muchacho salió corriendo, dejando a Clem sola, y rodeada de caminantes, por lo que empecé a pensar mil y una formas de asesinarlo.

En ese momento, Chuck se metió para proteger a la niña, asesinando a los infectados con su pala. Clem corrió hacía mi, y la abracé fuertemente.

-Tenía mucho miedo-me susurró al oído, por lo que la abracé un poco más fuerte.

-Todo está bien, dulzura.-y me separé de ella, en cuánto escuché que Max gritaba:

-¡Tenemos que salvarlo!-señaló a Chuck, quién comenzaba a ser rodeado por muchos caminantes, aunque se defendía bien.

-¡Estaré bien! Váyanse-nos gritó con la voz algo cansada, y golpeando a uno de ellos.

Pero nada pude hacer, pues mis amigos me gritaron que me apurara.

-¿A dónde vamos?-preguntó Alice disparando a un caminante, mientras corríamos, Max con la ayuda de Ben.

-Ya encontraremos algo-aseguré, y luego de un rato de caminar por ahí, entramos en una mansión por el patio trasero.

Cuándo entré, cerré la puerta de metal, para que los caminantes no pudieran entrar. Max, se apoyó en la pared de ladrillos, y se deslizó hasta el suelo. Estaba pálido, y cansado, podía notarlo a millas.

-¿Estás bien?-le preguntó Ben mientras yo me acercaba a él.

-Si, estoy...-y antes de que pudiera terminar la frase, lo interrumpí.

-No, no lo estás. Sin ofender, pero estás horrrible. Y estás sangrando-agregué al ver su herida.

-Todavía tengo las vendas-intervino Clementine. La miré, haciendo una mueca.

-No servirán mucho si no tenemos alcohol para desinfectarla-comenté.-Clem, quédate con Max. Yo iré a ver si puedo abrir esa puerta.-avisé, incorporandome.