The Walking Dead. (Carl Grimes)

Carl y sus pequeñas cosas. (Parte 2)

Al llegar al río visualizo unos bidones vacíos en la orilla, estaban apilados a un costado con piedras arriba suyo para que el viento no los volara.

— ¿Ya habías venido antes? —le preguntó.

— Sí... Normalmente es lo único que me dejan hacer aquí. —respondió pasándole un bidón a Cris quien lo recibió y comenzó a llenarlo de agua entrando al río para no meter la arena dentro del plástico.

— ¿Toman esto? Hugh.

— No tenemos agua potable, estamos en el fín del mundo ¿No te llegó el e-mail?

Luego de eso fue silencio hasta llenar cada uno de los bidones, al terminar lo único que quería era volver a la carpa y dormir un año, talvez exageraba, y eso que aún faltaba llevarlos al campamento.

Se sentó como jefa indio en la arena a la orilla del río y miro a Carl quien seguía en el agua haciendo vaya tu a saber que cosas, se encontraba de espaldas y el líquido solo cubría sus piernas.

Luego de un rato volvió y se sentó a descansar a lado de ella.

— ¿En qué tanto piensas? —se animó a preguntar.

— Estoy preocupada, por Rick. —respondió ella.

— Le has cogido mucho cariño. —tenía el mismo acento extranjero que él.

— Puede ser, ¿Tú no lo estás? —lo miró al igual que él lo hacía con ella.

— No.

— ¿Por qué?

— Solo piénsalo, con todo lo que pasó y nada pudo con él, además de que tuvo que lidiar contigo todo el viaje, no sé cómo lo hizo yo te hubiera dejado que te comieran los zombies. —rió dejando ver que solo bromeaba.

— No hablas en serio, si fuera así no me hubieras dirigido la palabra en todo el día y lo que hiciste fue todo lo contrario, te tengo pegado a mi todo el rato. —bromeó aunque sea verdad.

— Pero admites que te gusta mi sexy compañía. —le guiño un ojo.

— Que seas sexy no te quita lo idiota que eres. —luego se dio cuenta de lo que había confesado.

— Entonces admites que te gusto.

— Yo no dije eso.

— Pero dijiste que era sexy.

— Claro que no.

— Ya me mareaste. —se revolvió el pelo.

— Mejor cambiemos de tema. —se rasco la mejilla en un acto de nerviosismo— ¿Cuantos años tienes? -preguntó.

— Quince. —respondió pero faltó que preguntara cuántos años tenía ella.

¿Y ahora que se suponía que debía decir?

— Amm... Esto es incómodo. —se levantó de la arena dispuesta a cargar los bidones con agua pero tropezó con algo cayéndose de cara al suelo.

No había tropezado accidentalmente, fue un tropiezo a propósito provocado por el tobillo de un señor muy simpático.

— ¿No te basta con haberme humillado en público? —preguntó molesta quitándose los granitos de arena que tenía pegados por todo el rostro.

— No.

****

— ¡Llegó el agua! —gritó Carl apenas llegaron al campamento— Acuérdensen de servirla antes de usarla.

Dicho eso todos los ayudaron a dejar los bidones en la mesa donde comían, habían tardado más de lo normal por la culpa de Cris quien paraba a descansar cada dos minutos.