Una señal del universo

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(Megara)

Me pasé todo el día pensando en que esto no me gustaba. Una parte de mí quería esconderse debajo de mi cama. La otra quería caminar con seguridad hacia Jordan y coquetearle.

Yo coqueteo con la gente. Es normal. Soy divertida. No es raro. 

Entré a la escuela con el tiempo suficiente para ir a la oficina del periódico. Todos los lunes y jueves salía un nuevo ejemplar. Era martes, así que todavía estábamos trabajando en el siguiente.

La gente me saludaba en los pasillos mientras avanzaba y traté de sonreír coquetamente a un par de chicos. Algunos me sonrieron de vuelta, pero la mayoría parecía retroceder. ¿Qué les pasaba?

Entré en nuestro pasillo y caminé hacia la puerta del fondo. 

“Las paredes hablan — Diario escolar”, era el cartel que había en la puerta. Sin embargo apenas era visible bajo la emoción de los redactores que habían pegado a su alrededor los artículos premiados en concursos, nuestras fotos para el anuario, chistes, e incluso una nota que completaba nuestro nombre en plan: “Las paredes hablan…o las hacemos hablar”. Justo debajo estaba la foto de Seth con Gastón Galliani, el campeón de lucha libre que había decidido establecer su retiro en nuestra ciudad y al que él había entrevistado con tanto éxito que ganó un concurso nacional y fue publicado en la tercera revista más leída del país. 

Sin embargo, a juzgar por la puerta, parecíamos más una absurda revista de collages. Aunque no estábamos lejos; muchas veces bromeábamos sobre convertirnos en una revista y sortear cada semana a una nueva chica para la portada. Se volverían locas.

Andrea me encontró en cuanto puse un pie en nuestra “oficina”. En realidad había sido un aula abandonada hasta que envié unos treinta oficios y cartas al director y él nos dejó usarla con la condición de que todo el material iba a ser cuidado por nosotros para evitar quejas de las señoras de limpieza.

—Primicia. Jessica es una zorra. 

¿Ven? Por eso no hago que esta chica ascienda a reportera. Si la dejara escribir algo que no fueran notas sobre películas, se iría al abismo. 

—No estaba enterada de que los animagos eran reales —comenté desinteresadamente—. ¡Sabía que mi carta de Hogwarts se perdió en el correo!

Ella me miró sin comprender e hice un gesto para indicarle que no importaba. ¿En verdad era la mejor postulante que habíamos tenido?

—Es una zorra —repetí con paciencia—. ¿Por qué?

—Se acostó también con Brian Sypan.

—Bueno, quiere tener sexo. ¿Eso es malo?

—¡Lo ha hecho con cinco chicos en menos de una semana!

Suspiré frustrada ante su cara de emoción.

—Luis Stevenson. 

—¿Qué? —Preguntó ella, casi tropezando.

—Luis Stevenson. ¿Te suena? ¿Del equipo de fútbol? Probablemente se ha tirado al doble de chicas en la mitad del tiempo. No te veo insultándolo. 

Andrea hizo un mohín. Odiaba cuando me ponía con esta actitud.

—Pero…

—Zorra no es nada lindo que decir sobre nadie —la interrumpí—. Es un adjetivo que solo puedes usar con tus mejores amigas cuando estás borracha y no te parece apropiado el chico con el que se está acostando. Y debes reírte después, para que se entienda que es en broma.

Seduce a mi ex-novio (Disponibles los primeros capítulos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora