Megara Muttini

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(Jordan)

—Megara Muttini está aquí —farfulló Alex.

Di un respingo.

—¿Qué hace aquí? ¿Alguien le habrá dicho algo sobre el ensayo? 

Megara era la directora del periódico escolar y cualquier cosa que se publicaba allí era el temor de alumnos y maestros. Tenía casi tanto poder como yo. Olviden eso, admito la derrota, era probablemente la persona más poderosa del colegio. 

Recordaba que en primer año, cuando Lucía Marines dirigía el periódico, solo lo usé una vez para tirarle una bola de papel a un idiota de segundo que me hizo molestar. Ahora, el periódico lo leía todo el mundo. En mi caso, estaba para ver fotos de la última práctica de las animadoras y admirar quién tenía las mejores piernas, leer la sección de deportes, reírnos de la columna de Kat y Jonathan...y mil cosas que eran diversión camuflada. Muy hábilmente camuflada. 

Incluso había reseñas de libros de la clase que te ahorraban tener que leerlos. Obviamente ella publicaba en el diario un resumen que apenas superaba lo que decía la sinopsis para no tener problemas, como si fuera una recomendación de lectura, pero si eras su amigo en Facebook podías leerla completa y dar exámenes casi perfectos. Ella nunca aceptaba profesores.

Megara Muttini había hecho del periódico escolar algo interesante para leer y eso, en una escuela de adolescentes, era un logro de proporciones épicas. La gente lo comentaba cada semana en la mesa del almuerzo mientras daban la vuelta a las páginas: "No puedo creer que este maldito periódico siga siendo tan jodidamente bueno". 

Pasé el resto del entrenamiento con los nervios de punta. Cada vez que la veía en las gradas mientras el tiempo se agotaba, me daba más miedo. 

Era extraño cómo una chica así podía asustar a alguien.

No era alta ni baja, ni delgada ni gorda, cabello ni largo ni corto, ni rizado ni liso. En conclusión, imposible de clasificar. Excepto por una cosa: su forma de ser. Megara Muttini tenía ese carácter imposible que te hacía sentir automáticamente disminuido. 

No sabía de dónde sacaba tanta energía pero era la única persona en la escuela a la que nunca veías arrastrando los pies. Siempre caminaba erguida, y con la mirada decidida, dando la impresión de que iba a atraparte haciendo algo malo. A veces daba miedo pero era tan fácil hablar con ella que, como ya dije, la hacía imposible de clasificar. ¿Era una dictadora  que temer, una rara que marginar o una chica popular que adorar? 

Megara había coqueteado con la mitad de los chicos de la secundaria y muchos decían que no le importaba tener un poco de acción, pero cuando no estaba interesada, era cortante. ¿Cómo podías decir que era fácil si ella lucía tan...imponente?

Había hablado con ella dos veces en mi vida. La primera para bromear sobre la forma en que describió mi ascensión a capitán como "la esperanza de que si el equipo de fútbol sigue perdiendo partidos, al menos podemos ver un chico con buenos abdominales". Y la segunda para pedirle que no nos destrozara en su reseña del partido contra el colegio San Francisco. Ella lo había considerado y luego me dio permiso para chantajear al redactor de deportes. Fue fácil. Mauricio era el tipo de chico que amaba el fútbol pero como era un negado natural para otro deporte que no fuera el ajedrez, se conformaba con admirarnos desde lejos. Era de nuestros mejores hinchas y lo dejábamos salir con el equipo de vez en cuando. 

Él dijo que nuestro equipo jugó increíblemente y que en el fútbol a veces no ganaba el mejor. La gente ni siquiera nos miró mal. Esa fue la primera vez que comprendí el poder que el diario había ganado en nuestra escuela.

Si Megara Muttini estaba aquí, podía ser peligroso. Sobre todo conmigo fallando tantos pases. Ella era increíblemente perspicaz. 

Tres veces en mi vida, me recordé: hablamos hace un par de horas para el trabajo de literatura.

Cuando la práctica terminó, me acerqué a ella con cuidado, rogando que tuviera que ver con algo de la clase.

Llevaba el cabello suelto. Nunca la había visto así porque en clases siempre iba con una cola alta. Se veía menos temible. ¿Cómo se vería recién levantada, con el cabello desordenado?

Me obligué a dejar el pensamiento y concentrarme. 

—Megara, ¿todo está bien?

—Sí, por supuesto, vi la nota sobre Castro lastimado, ¿todo bien por aquí?

—Mauricio sabe incluso más que yo —señalé para que supiera que necesitaba una explicación para su presencia en mi cancha.

—No me mires como si hubiera venido a exorcizarte.

—¿No?

—Bueno, tal vez sí quiero conocer todos tus demonios.

Me obligué a mí mismo a no poner una sonrisa coqueta. Eso sería como que me gustara la subdirectora. Terreno prohibido. O más exactamente, terreno inexistente.

—Ajá —logré decir.

Ella sonrió y se acomodó en el asiento.

—Hay una fiesta por el partido este fin de semana. ¿Estoy invitada?

—Siempre que quiera, presidenta.

Ese era un pequeño chiste interno. Megara nunca se había postulado para presidenta del consejo estudiantil pero alguien propuso la idea en una fiesta de que sería genial votarla a pesar de todo. La gente corrió la voz y el día de las elecciones, Megara casi vence a los candidatos oficiales. Terminó en segundo lugar, con dos votos de diferencia contra Victoria, sub capitana de las porristas. Ella lo agradeció haciendo su propio reportaje con el título: Misteriosa y sexy rival casi le arrebata la presidencia a Victoria.

—Genial, te veré por ahí, Jordan.

Bajó las escaleras con un ritmo envidiable y se arregló coquetamente el cabello. Miró hacia atrás y se dio cuenta de que estaba mirándola pero se limitó a sonreír. Si no la conociera, diría que me estaba coqueteando.

Sí, claro. Megara Muttini coqueteándome a mí. 

Antes el entrenador Saenz se inscribiría para hacer el lago de los cisnes.

Seduce a mi ex-novio (Disponibles los primeros capítulos)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora