Sirenas

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Fue una noche de agosto, después de fallar nuevamente al intentar saquear el puerto de El Callao, cuando nuestro capitán se volvió absolutamente loco y nos llevó por un rumbo desconocido, encandilado por algo inexistente. Hemos navegado sin saber dónde nos encontramos durante semanas, las provisiones se acaban, y no hemos tocado tierra en mucho tiempo, pero nuestro capitán, uno de los piratas más bravos que han existido, sigue maravillado por alguna clase de hechizo, porque no ha soltado el timón desde que abandonamos las costas del virreinato.

Los tripulantes han estado planeando matar al capitán, tomar el mando de la nave, y dirigirse hacia el puerto más cercano, dondequiera que éste se encuentre, pero también están con curiosidad, quieren saber si el capitán nos lleva hacia algún lugar lleno de riquezas, donde el oro es tanto que ni siquiera podríamos gastarlo en cinco vidas. La codicia nubla sus estrechas mentes por momentos.

Una mañana desperté con los ruidosos vitoreos de la tripulación, el capitán había encontrado tierra finalmente, era una isla que no se encontraba en el mapa, una isla hermosa, rodeada de aguas turquesas y picudos roqueríos. 

Todos comenzamos a escuchar una hermosa melodía, que parecía cantada por los ángeles. Quedamos hechizados automáticamente, y parecía que nos dirigíamos hacia el lugar de donde venían los cantos. Ahora entendimos por qué nuestro capitán había enfilado el curso hasta este lugar inexplorado, por lo que esperamos a las hermosas damas que estaban cantando esa hipnótica canción.

Eran unas jovencitas que estaban sobre los roqueríos, eran tímidas al principio, pero una vez que el barco atracó cerca del roquerío donde ellas se encontraban, nos miraban muy coquetamente, como queriendo atraernos hacia ellas.

Pero de repente el viento se intensificó, y las olas comenzaron a encresparse cada vez más, tan así, que una ola hizo que nuestro navío golpeara las rocas y comenzara a hundirse. Las doncellas que cantaban en las rocas dejaron de cantar, mientras los tripulantes del barco comenzaron a lanzarse a las aguas. Un terrible error, porque las doncellas que estaban en las rocas se lanzaron a las aguas, y comenzaron a devorar a nuestros hombres. Eran sirenas, híbridos entre peces y mujeres, las cuales acechaban a los marineros que pasaban cerca de donde ellas se encontraban.

Finalmente casi nadie sobrevivió al ataque, un puñado de hombres logró escapar en la confusión, mientras que el resto, incluido nuestro capitán, eran devorados vivos. Flotamos a la deriva unas horas, hasta que un barco pesquero nos encontró.

Llegamos a un puerto desconocido donde pudimos tomar un barco hacia nuestra querida madre tierra, jurando jamás olvidar el incidente.  

Historias Para Un Día LluviosoWhere stories live. Discover now