Capítulo 1 - Sueño o realidad

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La luna apareció repentinamente en el cielo anunciando el final del día domingo, aunque aun no era de noche, apenas pasaban las tres de la tarde y ya no se podía ver con claridad, sólo la tenue luz de los faroles alumbraba las calles. La neblina se hizo más espesa y pronto los cuervos comenzaron a reunirse en las ramas de los árboles; la gente se preparó cerrando puertas y ventanas por la fuerte tormenta que se avecinaba. Ellos preferían quedarse en casa antes que arriesgar su salud o su vida ante tales condiciones. No, nadie se atrevería a salir esa tarde por las calles, nadie excepto él.

Su nombre era Young Saeng y ese era el décimo octavo invierno que pasaba en su vida. Era un joven solitario con una vida miserable; su padre los había abandonado a él y a su mamá desde que cumplió dos años y aunque no lo recordaba físicamente podía reconocer su aroma a la perfección, era el mismo perfume que desprendía la poderosa flor botón de oro. La mujer se había vuelto loca de tristeza, ella era su madre y tenía que cuidarla a pesar de que cada día encontraba el momento perfecto para reprocharle que Saeng había sido el culpable de su abandono. Y no era la única que le decía de cosas, todos los vecinos susurraban algo parecido cuando lo veían pasar, algunos incluso lo compadecían; decían que tenía ese aspecto demacrado y débil por carecer de una familia cálida pero por más lástima que le tuvieran, ninguna de esas personas permitía a sus hijos hacer amistad con él. Por eso prefería salir a respirar aire fresco cuando no había nadie, porque al menos así no escucharía los cuchicheos sobre maldiciones o esos lastimeros pensamientos que tanto lo hacían enojar.

Young Saeng de hecho era algo apuesto, de tez clara y ojos color marrón, era un poco alto y un tanto robusto pero su complexión todavía estaba considerada dentro de lo delgado, llevaba siempre un flequillo que le cubría parte de los ojos y por supuesto las terribles ojeras que cargaba por las pesadillas que solía tener, de hecho, aparte de las ojeras o su caminar desganado no había nada que les hiciera pensar a las personas que era desdichado, sin embargo, los vecinos habían sido testigos de los gritos y maltratos que su madre le hacía cada día desde que llegaron a vivir ahí.

No sabía por qué seguía viviendo si cada día era como estar dentro de una  pesadilla, aunque diferente a las de sus sueños, pero pesadilla al fin y al cabo. Lo que lo hacía soportable tal vez era que en ocasiones Lía, una persona que se encargaba de cuidarlo, llegaba a visitarlo y a darle un poco del amor que tanto le hacía falta. A pesar de que  Saeng parecía sombrío su carácter era muy sentimental. La otra razón de que estuviera vivo hasta entonces había sido Yuhno, uno de sus compañeros de clase; el único que se había atrevido a hablarle e invitarlo a salir y de quien se enamoró perdidamente por sus bellos tratos.

Hacía algún tiempo que Young Saeng le había confesado su amor, después de varios meses al fin había reunido el valor para hablarle de sus sentimientos y se sorprendió tanto cuando escuchó que era correspondido, por primera vez en su vida se había sentido feliz; pero Yuhno era el hijo de un noble y justo a los pocos días tuvo que viajar por asuntos de negocios, por lo que le pidió a Saeng que lo esperara y él aceptó hacerlo. Sin embargo después de unos días, cuando se suponía que Yuhno ya estaría de viaje, Young Saeng  lo encontró accidentalmente mientras caminaba por los rosales de un jardín vecino y lo escuchó jurándole amor a una chica.

Esta experiencia le destrozó completamente el corazón y desde entonces se internó de nuevo en su mundo de soledad, aunque esta vez fue peor porque se dio cuenta de que no podía confiar en las personas, se volvió frívolo y tajante; para él los días dejaron de tener color, incluso llegó a planear su suicidio pero no había reunido el valor suficiente para hacerlo, después de todo era un cobarde, lo que lo hacía sentirse aun más miserable.

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