13. Baile Siniestro (Parte II)

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Otras docenas de parejas de estudiantes avanzaban también hacia la explanada iluminada, sonriendo y charlando alegremente acerca del baile de primavera.

La música flotaba y salía por las puertas abiertas del gimnasio, o mejor dicho el gran salón de baile.

Adentro, todo era un espectáculo de luces y colores.

Habían recubierto los muros del auditorio de escarcha con destellos de plata y oro, y cientos de guirnaldas de hiedra y olivo cruzaban por el techo alto de donde colgaba y giraba lentamente una bola disco vector, de esas que hay en las discotecas y clubes nocturnos, la cual lanzaba una lluvia de colores cuando los cuatro deflectores de luz –ubicados uno en cada esquina superior del salón- chocaban con la bola y reflejaba la distorsión de luces coloridas.

También había una buena cantidad de pequeñas y redondas mesas apostadas alrededor del espacio, cubiertas de lujosos manteles y alumbradas con farolillos fosforescentes.

En la parte del fondo, cerca del lugar donde se hallaba una de las porterías del gimnasio, estaba ubicada una mesa más amplia llena de bocadillos y junto a ella, sobre un podio, estaba el DJ; un tipo con gafas de sol y largas rastaz, que mezclaba la música que retumbaba en el lugar.

...Everything you want so

Let me get up there

I'm the baddest baby

In the atmosphere

Tell'me what you want

So we can do just

what you like

— ¡Dios! Esa canción me encanta— Exhaló Ángela moviendo los hombros con el ritmo de la música.

Everything you know

I'm flipping upside down

Take you round the world

You know I like it loud

Tell me what you want

Cause we can do just

What you like

La canción "You make me feel" de Cobra Starship, perforaba los oídos del chico Branderburg mientras él y la chica rubia cruzaban el umbral del gimnasio convertido en salón de baile estudiantil.

— Voy a saludar a las chicas ¿está bien? — Gritó repentinamente Ángela para hacerse escuchar sobre la música, zafándose del brazo de Alex— Lucen hermosas ¿Verdad?

— Ah, sí... claro— Dijo él algo perdido entre la masa y el torbellino de colores.

— Espérame por aquí ¿Vale? No tardo— Anunció la rubia, y avanzó entre la multitud como una princesa, hacia un grupito de chicas apiñadas más allá de la pista de baile.

Alex pudo distinguir, entre lujosos vestidos y exagerados maquillajes y peinados, los rostros de Mary Köller, Carmen Qüirtell, Annabelle Eisenberg y...

El muchacho no podía creerlo. Aquella antisocial, como él mismo, se hallaba en el lugar, entre cohibida y aburrida junto al grupo de chicas populares.

Charlotte Van Schtraigart llevaba un vestido negro con lentejuelas como la noche, de cuello alto y escote pronunciado, y su rostro moreno parecía cincelado y hermoso como el de la misma reina Cleopatra. A distancia, vio que ésta le sonreía cínicamente.

— ¿Alex? Pero mira que bien te ves galán— dijo de pronto una voz burlesca a sus espaldas, y al girarse vio al pequeño Ian Köller envuelto en un esmoquin color gris y corbata oscura. Llevaba un vaso de plástico rojo en la mano, y mecánicamente Alex se lo arrebató y bebió todo el contenido, sintiendo un escozor en la garganta.

EL PORTADOR 1:  El medallón perdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora