Capítulo 97

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Isaac, se encontraba recostado en su cama, meditado todo lo sucedido en los últimos días, suspiro, y se estiro para tomar la libreta que descansaba encima de su mesita de luz y comenzó a leer los escritos que había en ella, se sentía algo estúpido, hace tiempo había dejado la libreta de lado, ya no escribía en ella, los motivos para hacerlo eran nulos, y con su primo rodeando por la casa no se arriesgaría a que lo descubriera escribiendo cursilerías.

En años pasados solía escribir sus sentimientos en aquel cuaderno, no quería parecer chica, pero debía tener un lugar en el que volcar todo lo que sentía, y escribir fue su único escape, ya que no se consideraba alguien bueno con las palabras.

Cada vez que escribía, que su bolígrafo tocaba el papel se dejaba ir, cada uno de sus pensamientos, sentimientos, todo aquello que lo atormentaba salía en forma de palabras, era increíble, sentía como si un peso desconocido lo abandonará y lo dejase libre.

Gracias al recuerdo de aquel sentimiento, hace unos días estaba considerando volver a tomar su bolígrafo y llenar las hojas de tinta, pues tenía una enorme depresión y con todo el tema de Amber, necesitaba con urgencia hacerle saber a alguien como se sentía. Aunque ese "alguien" sea una blanca, lisa e inanimada hoja de papel.

La culpabilidad era palpable, no se sentía bien por cómo le hablo a Amber, pero, por otra parte, también se sentía traicionado, y con su orgullo en frente aún no se animaba a hablarle.

Incluso Oliver fue hacia su casa para hacerle ver lo equivocado que estaba, pero tenía miedo, ¿Y si la había lastimado tanto que ni siquiera le perdonaba? y sí.. ¿La perdía? No, Se frenó, no podía perder algo que no era suyo.

Golpeo su cabeza contra el respaldar de su cama, sus pensamientos eran un desastre, y sus acciones lo eran más, ¿Cómo pudo decir que Amber y Mara eran iguales? Había sido tan idiota, si, quizá pueden parecerse en algo, ambas tienen algo especial que había llamado la atención de ambos primos, pero ella no sabía ni por asomo del poder que tenía en ellos.

A veces no sabía que pensar, o Amber era muy lenta y distraída o simplemente se hacia la tonta para no enfrentar lo que estaba provocando en ambos chicos.

Isaac, siempre se consideró alguien inteligente y justo, pero últimamente sus equivocaciones estaban llegando a su límite, es que aquella chica de cabellos castaños lo desencajaba, no quería volver a caer en el juego del "Amor", porque eso solo quería decir que al final saldría lastimado de nuevo, no porque Amber, fuera precisamente una mala persona, sino porque era demasiado buena y dulce para su propio bien.

Mara, se parecía mucho a ella, o al menos lo hacía antes de engañarlo con su primo, fue su gran corazón el que lo enamoro, así también estaba seguro, enamoro a su primo.

Se levantó de la cama y observo por la ventana, no estaba siendo justo, y se había vuelto un completo mentiroso, semanas atrás le había dicho a su primo "Si tu no deseas arriesgarte por ella, quizás, yo lo haga" no sabía de donde habían salido esas palabras, solo sabía que en realidad no había hecho nada, su atracción por Amber era clara y ya no había razón alguna para ocultarla, pero... ¿Qué estaba esperado? ¿Era miedo o...algo más?

Recordó la primera vez que la vio, estaba siendo golpeada por el bastón de una anciana, le causo gracia, de echo en aquel momento fue de gran ayuda, acababa de discutir con Mara y su ánimo estaba por los suelos, pero ver a aquella chica ser golpeada, por mal que suene, le alegro el día, o al menos había provocado en él una gran carcajada.

Entendía que ambos se habían equivocado, que ninguno había sido completamente sincero con el otro, confiaba en ella, siempre lo había hecho, era simplemente imposible no hacerlo, pero no se sentía listo para contarle aquella herida del pasado.

Mara, siempre seria alguien importante, y aunque no quiera admitirlo aquella traición siempre lo marcaria, pero dependía de él dejar que siga influyendo en su vida o seguir adelante y arriesgarse.

Grito exasperado, su mente explotaría al paso que iba.

—Isaac, cariño, ¿Te encuentras bien?–pregunto su madre, desde el otro lado de la puerta de su habitación.

—Sí, mamá, lo siento, no quise asustarte. —respondió él.

—De acuerdo, si tienes algún problema, grita, estaré en la cocina. —dijo ella, luego se escucharon pasos alejándose.

No respondió, solo se sumergió nuevamente en sus pensamientos, recordó la primera vez que fue a la casa de Amber, ella lucia claramente sorprendida de verlo allí, él también lo estaba, aquel día solo tomo su llaves, salió de su casa y en un abrir y cerrar de ojos estaba frente a la puerta de la chica.

No sabía que había guiado tal acción, solo sabía que no se arrepintió ni por un segundo de haber ido allí, aunque ahora sentía miedo de los sentimientos que se habían despertado desde aquel día.

El miedo es irracional, porque ¿Cómo puedes sentir miedo de tus propios sentimiento? La magnitud de estos eran cada día más grandes, tanto positivos, como negativos, pues debía admitir que cada vez que Oliver estaba cerca de ella... quería volver a poner su ojo morado.

Sin pensar más salió de su habitación, tomo su chaqueta, la billetera y las llaves, aviso que saldría y se marchó de la casa.

Hola, Extraño.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon