En la casa del Gangster

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—Irás a mi casa, y repararas el trabajo.  

     Esperen, esperen. ¿Había escuchado bien?

     ¿...Ah? ¿Yo en su casa? ¿Reparando su trabajo? 

—Tu casa está fuera de los límites— le dije y me apresuré a correr. Sí, sí, ya sé que correr es de gallinas. Pero no tenía ganas de enfrentarlo y menos de ir a su casa a "reparar su trabajo".

—NO CORRAS MALDITO BASTARDO —Escuché a mis espaldas, demasiado. DEMASIADO CERCA. MALDICION! ¿Me estaba siguiendo?

     Intenté girar la cabeza para ver si alguien me perseguía pero antes de hacerlo sentí algo.

—¡Aghh!—gemí, de nuevo me había pescado del cuello de la camisa ¿qué tenía contra mi pobre camisa? 

     Sin decir nada me llevó a la salida del instituto (era inútil, hiciera lo que hiciera no me podía escapar) y luego me arrastró con él, varias calles. Las personas nos observaban y NADIA HACIA NADA. 

—Vale, vale — Le dije, mientras me jaloneaba, con tono exhausto y tranquilo (ya había tenido demasiado conflicto por un día) —. Puedo caminar ¿sabes? no es necesario que me arrastres.

     Me volteó a ver, desconfiado, pero aun así me soltó.

     Este era el plan: iría a su casa, repararía el maldito trabajo y luego me largaría para nunca jamás volver a ver su rostro.

     El camino a su casa fue incomodo, el maldito no me había dirigido la palabra y ni siquiera se había dignado a verme. Lo peor de todo era que mi camisa estaba estirada y jaloneada… Un momento ¿no estamos a mano? él me ha estropeado la camisa y yo le he estropeado el trabajo. Seguro el estúpido no se había detenido a pensar en eso, ¡maldito egocéntrico! y si corro el gigante me tomaría de nuevo y esta vez, sin piedad, me terminaría arrancando lo que quedaba de mi ropa y después me daría una paliza. Menuda suerte. Yo no soy de los que escapan, siempre he sido vencedor en las peleas; pero, mirando la altura de este tipo ahora no tenía oportunidad. 

— ¡Hey! crío, llevo horas diciendo que ya llegamos —. Bramó, como siempre malhumorado.

— No me había dado cuenta de que me estabas hablando — Le dije restándole importancia mientras me giraba para ver su casa...

     ¡MIERDA! ¿Casa? esa era una mansión. Aparte de insoportable era endemoniadamente adinerada. 

     Lancé un silbido de impresión.

— ¿O sea que aparte de ser un imbécil eres un maldito gangster?

— ¿Gangster?— soltó molesto, sacando las llaves de su bolsillo.

—Sí ya sabes, eres adinerado y tienes pinta de ser un matón, seguramente perteneces a una de esas organizaciones criminales violentas en donde te forran de dinero por asesinar a alguien cada cierto tiempo.

— ¿Y eso lo dedujiste tu solo? ¡Vaya!— abrió la puerta y soltando una carcajada seca y fría.

     ¿Qué insinuaba? ¿Que yo era estúpido?

— ¿Acerté, no?— Sonreí con la mirada fija en él.

— ¿A ti qué te importa? — Soltó. Ya empezaba a cabrearlo. 

—Vale... — Tenía razón no me importaba ni un poco — Nada, pura curiosidad.

     Entré a su casa (mansión) vaya si por fuera era wow por dentro era megawow. Era lujosa, elegante, tenía lámparas de cristal y toda esa clase de mierdas que solo los adinerados tienen.

¡No me voy a enamorar! (Yaoi)Where stories live. Discover now