Piel contra piel.

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         Tres semanas, había pasado tres largas y aburridas semanas confinado en el hospital. Me habían dado de alta hace apenas un día, pero ya me sentía mejor que nunca, aunque aún tenía que tomar algunos medicamentos. El doctor me había dado un horario “estricto” que debía seguir por al menos un mes, pero a veces lo olvidaba por completo y terminaba saltándome los medicamentos o cambiando el horario a mi gusto.

     Me levanté de la cama, desenredándome de las tibias cobijas, y corrí a un lado las cortinas de la ventana. La vista era grandiosa; Luego de tres meses de nieve ahora estábamos justo en el inicio de la  primavera. Los arboles estaban más verdes que nunca, los cielos celestes atiborrados de nubes blancas estaban cubiertos de pájaros que volaban por los alrededores, los rayos de sol inundaban cada rincón de las calles de la ciudad, y el aire olía a humedad, ciudad y a verde (para mí el olor a verde es primavera, simplemente es indescriptible).

     Aunque el invierno se había ido junto con la nieve, aun había frio, pero este era  muy distinto al terrible frio de invierno. Era un frio que abrazaba la piel en lugar de quemarla, era agradable y refrescante.

     Me apresuré para ducharme, y asearme para acto seguido vestirme. Bajé a la cocina con la mochila colgando de mi hombro y me despedí de mis padres. Pero antes de irme corrí a la mesa y cogí un pan tostado para comerlo de camino al instituto, no tenía tiempo para tomar el desayuno.

     Aunque sonara estúpido, después de estar tan cerca de la muerta o más bien haber muerto para luego regresar a la vida, había empezado a disfrutar de cada detalle que acontecía en mi existencia, aunque fuera pequeña o pareciera insignificante. Respirar el aire frio de la ciudad, los dorados rayos solares en contacto con mi piel, el sonido del tráfico, los murmullos de la multitud… eso y otras cosas más. Veía y sentía todo de una manera distinta.

     Mientras caminaba mi mirada se encontró con una mirada color oro, la cual reconocí de inmediato. Recostado sobre un muro, de brazos cruzados, con los ojos pegados a mí, mientras una sonrisa divertida iluminaba su perfecto rostro.

     Era Will.

— Creí que nunca vendrías — Dijo, acercándose a mí.

— No sabía que me estabas esperando — Admití.

— ¿Enserio? — Una sonrisita distraída apareció en su rostro. Tomó mi mochila y se la llevó al hombro.

— Espera… ¿Qué haces?

— Llevo tu mochila— Se frotó los dorados cabellos con despreocupación—. ¿Hay algún problema en eso?

     Podía sentir como la sangre llegaba a mis mejillas, seguramente estaba empezando a sonrojarme.

— No…no es necesario — Intenté quitársela del hombro pero Will la tomó con su mano y levanto el brazo, la mochila colgaba entre sus dedos.

— Si la quieres tendrás que alcanzarla.

     Intenté alcanzarla dando saltos, pero falle, luego me pare de puntitas y tampoco funciono.

— ¡Es injusto! — Me quejé— . Nunca voy a alcanzar, eres más alto.

     Will lanzó una suave carcajada y luego alboroto mi cabello.

— Eso pensé — Dijo bajándola y colgándola de nuevo en su hombro.

— ¡Quiero llevarla!

— No.

— ¡Puedo llevarla!

     Se detuvo en seco, y mi cabeza choco contra su espalda.

— ¡Ay! —  Dije, acariciando mi cabeza— . ¿Por qué paras tan de repente?

¡No me voy a enamorar! (Yaoi)Where stories live. Discover now