Nada es lo que parece

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     Finalmente viernes, solo faltaban unos cuantos segundos para salir del infierno (instituto). Ya estaba desesperado, contando cada segundo que pasaba, hasta que…finalmente tocaron el último timbre del día.

     De un salto Salí de mi pupitre y cogí mi mochila para luego correr hacia la puerta. William tenía club de fútbol y se suponía que yo tenía club de arte, pero por razones que desconozco habían decidido cancelar la clase por hoy y nos había avisado en último momento. Claro que no ir a la clase de arte no me molestaba en absoluto, de hecho solo quería ir a casa y comer, comer y comer como si mi vida dependiese de ello.

     Mi estómago me recordaba constantemente que estaba vacío, ya que en la mañana no había desayunado nada. Ahora tenía ganas de pizza, espagueti, tarta de manzana… y todo lo que fuera comestible en el mundo.

     Caminé por la acera de la calle, una amplia avenida flaqueada por comercios apareció en mi vista. Tuve que hacer acopio de toda mi voluntad para no ir corriendo a un restaurante y pedir el menú completo. Ese día quería comer algo preparado por mi madre, la mejor chef del mundo. Lo mejor de todo era que la tenía solo para mí.

     Llegue a mi casa, abrí la puerta y saludé con una sonrisa que no me devolvieron. ¿Qué pasaba?

     Mi madre se encontraba sentada en el sofá junto a mi padre, los dos me observaban con una expresión indescifrable.

— ¿Sucede algo? — Me apresuré a decir.

     Mi madre le dio una rápida mirada a mi padre, pero nuevamente volvió a observarme en cuestión de segundos.

— Hallen… — Se acomodó en el sofá, alisando con sus manos la hermosa falda roja que llevaba puesta—. Cariño, tenemos que hablar.

     Me senté en el sofá del lado opuesto, quedado frente a ellos. Puse la mochila en el suelo y me acomode.

— A tu padre — Prosiguió mi madre—  lo acaban de ascender de puesto.

— ¡Vaya! — Me enderecé un poco para observar a mi padre—. Eso es genial.

     Estaba feliz por él. Sabía que mi padre había luchado mucho para conseguir su ascenso y ahora finalmente lo había logrado. Pero algo que no comprendía con exactitud era la falta de felicidad que expresaban sus rostros.  ¿Por qué mis padres no parecían completamente felices?

— Eso no es todo — Agregó mi padre.

     El ambiente se estaba volviendo cada vez más intrigante.

     Giré mi rostro, siguiendo la mirada de mi madre, y vi un puñado de cajas vacías apiladas de manera vertical.

— ¿Para qué las cajas? — Pregunté.

     No hubo respuesta. Pude notar que mi padre respiraba profundo mientras apretaba la mandíbula y luego me observó con expresión seria. 

— Vamos a tener que mudarnos.

     Me dio un vuelco el corazón. No, esto no podía estar pasando. ¿Estaban de broma?

— Hallen, cariño, sé que llegamos a Japón hace poco. También sé que has hecho muchos amigos y te estabas empezando a acostumbrar al cambio. Pero creo que regresar a Inglaterra será lo mejor para tu futuro y para el nuestro.

     Me quedé sin palabras, estaba en una especie de estado de shock tratando de procesar toda la información. Entendía con claridad lo que me habían dicho pero mi cerebro se negaba a aceptarlo.  

— No quiero irme — Me puse rígido en el sofá—  no quiero regresar a Inglaterra, quiero quedarme. 

     Mi padre se tensó.

— Creí que no te gustaba estar aquí — Comentó mi madre, confundida por mi reacción.

— Eso…eso era antes. Ahora me gusta este lugar.

— Cariño — Mi madre se acercó para acariciarme los cabellos—  sé que será difícil dejar todo, pero el cambio será para bien.  Tu padre compró una casa y tu habitación es muy amplia, además tiene una vista increíble y podrás retomar las clases de francés que dejaste cuando viniste a Japón.

     Me aparté de mi madre.

— No. No. No quiero irme, me voy a quedar — Me volví hacia mi padre—. Ya soy lo suficientemente mayor como para cuidarme solo. Puedo conseguir un empleo de medio tiempo, puedo alquilar un pequeño apartamento, seguiré estudiando en el instituto…

     Mi padre me interrumpió. 

— No. No vas a quedarte — Soltó y la brusquedad de la voz hizo que diera un brinco.

— ¡No pueden hacerme esto! — Me puse de pie y apreté los puños con fuerza—  ¡Siempre tomas decisiones sin mi consentimiento! ¿Por qué demonios tengo que ir?  ¡Este lugar me agrada!

     Mi padre también se puso de pie.

— ¡Aun eres menor de edad! ¡No puedes quedarte solo!

     Mi madre lo tomó del brazo, tratando de hacer que se tranquilizara.

— Vamos cariño, no hay por qué alterarse — Musitó mi madre con voz serena—  sabes que lo último que queremos es dejarte.

     Me froté los cabellos.

— Con o sin tu consentimiento la decisión ya está tomada.

— ¡Genial! — Me dirigí a la puerta. —. ¿Para qué demonios querían hablar conmigo entonces? Bien pudieron haberme arrastrado hasta el aeropuerto y llevado directo al infierno sin decir una sola palabra. ¿No hubiera sido más fácil así? ¿No es eso lo que siempre hacen? ¡Ni si quiera les interesa mi consentimiento!

      Mi madre se echó para atrás.   

— ¡Ven aquí! ¡Ahora mismo! — Ordenó mi padre.

— No me esperen despiertos.

     Abrí la puerta y salí de la casa.

     ¿Qué haría ahora? Todo mi mundo giraba en torno a mi vida en Japón, y ahora habían decidido destrozar mi destino y llevarme a Inglaterra. Ya no podría asistir al instituto que me comenzaba a gustar, ya no podría ver a mis amigos, ya no vería a William…

NOTA DE LA AUTORA: ¡Hola amigos! Sé que este capi esta corto, endemoniadamente corto (no me maten por favor xD) pero prefiero dejarlo así por muchas razones, no se abrumen :)  

Por otro lado quería comentarles que acabo de subir dos nuevos libros a Wattpad llamados "Polos opuestos" y "Te encontré". Son tematica gay (yaoi) :)

Muchas gracias por leer y comentar <3

¡No me voy a enamorar! (Yaoi)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora