1 Una Estrella Bajó por mí

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Siempre me gustó la playa, especialmente de noche, y más cuando la luna brillaba rodeada de miles de estrellas. Me encanta disfrutar de tan bella escena tendido en la arena.

Cuando tenía problemas en la universidad, lo único que deseaba hacer era subir a mi auto para huir de las calles ruidosas y congestionadas. Alejarme de la ciudad me desconectarme de mi complicado semestre de estudios que tenía que sobrellevar en paralelo con mi trabajo de medio tiempo.

Conducía por la carretea muy deprimido. Mis amigos me decían que no condujera tanto tiempo en ese estado, porque la depresión y preocupación podían causarme un accidente. Nada de eso me preocupaba, ya que solo quería desaparecer.

Una noche fui a la playa como siempre, pero lo más raro fue que no estaba deprimido, al contrario, estaba muy feliz por haber aprobado todos mis cursos con notas satisfactorias. Mis compañeros se fueron a un bar para celebrar. Ellos me pidieron que los acompañe, pero yo no quise. Esa noche solo pensé en agradecerle a la playa, a la luna y a las estrellas por acompañarme en esas semanas depresivas.

Las aguas de la playa se remecían calmadas y el cielo estaba salpicado por millones de estrellas brillantes, pero entre todas una resplandecía preciosa, como si quisiese que lo notase. Nunca había visto una estrella tan hermosa como aquella. Mis padres me habían dicho de pequeño que si veía una muy brillante, era la oportunidad para pedir un deseo. Bufe al recordar lo ingenuo que era de pequeño por haber creído aquello, pero a pesar de eso, cerré mis ojos y pensé en un deseo.

Por mi mente pasaron deseos triviales, por no decir tontos. Al ir discerniendo inconscientemente todos aquellos, poco a poco mi mente se quedó casi en blanco al solo tener un deseo. Me sentí como una damisela tonta, pero suspiré y sonreí al darme cuenta que eso era lo que más deseaba. Al abrir mis ojos, esperé ver la estrella brillante en el mismo lugar, pero esta no estaba, había desaparecido. "Es una lástima, era tan hermosa", pensé.

Casi de inmediato vi a un joven en el mar. Me asusté mucho. Agradecí que aquel joven no estuviera muy lejos del borde de la playa, porque yo no sabía nadar, Hubiera sido terrible ver a un hombre ahogarse sin poder hacer nada para ayudarlo. Comencé a llamarlo blandiendo las manos.

—¡¡Hey, hey!! ¡Amigo!! —grité.

Fue terrible verlo en mal estado, ya que él estaba empapado y desnudo. Su condición no era buena en medio del intenso frio.

—Esteban — me llamó por mi nombre y me miró con un rostro radiante. Se veía muy feliz.

—Ese es mi nombre, pero sabes...no importa —traté de ignorar de porqué sabía mi nombre, y en su lugar, le di prioridad a la mala situación del joven—. ¿Usted está bien? Qué paso. Déjeme ayudarlo.

El hombre salió del agua. Él se veía muy joven, un poco mayor que yo, un par de años. Era rubio, alto y delgado. Su piel era muy brillante. Su aspecto poco común me sorprendió mucho. Debía ser un extranjero o uno de esos niños ricos de procedencia extranjeros.

—Esteban, estoy aquí porque me llamaste —sus palabras me sorprendieron.

Él era muy pegajoso e intimidante. Se acercaba mucho a mí. En una oportunidad tomó mi rostro e intentó besarme. Me preocupé, pero volví a darle más importancia a la situación. No tenía duda de que ese joven riquillo estaba drogado, porque sus actos eran irrazonables.

—Ah, espere —lo empujé para alejarlo de mí—. No se preocupe. Iré a buscar ayuda.

Su actitud me asustó mucho. En un principio pensé llevarlo en mi auto hasta su casa, pero luego de ver su extraño comportamiento, pensé que lo mejor era mandar a la policía para que ellos evaluaran la situación.

Fui a mi auto para buscar un abrigo extra.

—Esteban — sonó preocupado cuando me alejé.

Él extraño joven no dejaba de decir mi nombre. De pronto sentí que estaba en peligro, porque se acercaba demasiado a mí. Él trataba de reducir el espacio con sus intentos de tocarme como si mi existencia fuese algo imposible de creer. Planeé escapar en cuanto se distrajera.

—Esteban, no habrá nadie que te amé como yo —dijo al darse cuenta de mi intensión de huir.

— ¿Qué?

—Pediste ser muy feliz, pero nadie te va a poder hacer feliz.

—Ninguna mujer te va amará como yo te amo. Déjame estar a tu lado por siempre.

Después de verme siendo sostenido del brazo por ese hombre, no me quedó ninguna duda de que mi familia tendría que buscarme por muchos días hasta encontrar mi cadáver en una playa alejada de la ciudad. Las manos me sudaron mucho con solo pensarlo.

—Esteban, puedes irte, no te asustes —me soltó al verme pálido— Yo espero que sigas mirando las estrellas, pero como esta noche, muy feliz. Yo te acompañaré desde arriba hasta que me pidas que regrese contigo. Esperaré por ti.

Él se alejó de mí. Yo aproveché esa oportunidad para subirme al auto muy rápido. De inmediato prendí el motor. Me sentí seguro al verlo lejos, pero no pude arrancar mi auto porque el extraño joven se acercaba cada vez más a la playa.

Me quedé estático. Ese hombre rubio estaba dando pasos en el agua fría. Sus rodillas se cubrieron hasta desaparecer. Solo podía ver su torso desnudo rodeado de las ondeantes olas.

— ¡Espera! —Grité desde mi auto.

Si lo dejaba continuar las noticias hablarían en la mañana sobre un ahogado. Es un mortal. Del lugar de donde había salido, si fuera esa estrella, solo su espíritu regresaría al cielo y abandonaría su cuerpo en la tierra. Él moriría.

—No entres al agua, sal de ahí. No quiero que mueras. No te conozco, pero no es correcto dejar que te hagas daño. Me asusta ver a alguien hacer esto, no quiero que te suicides.

—No tengo nada que hacer aquí.

—Pero... — me iba acercando a él.

—Estoy aquí porque me lo pediste, pero solo te he asustado.

—Claro que sí, idiota. Qué sentirías tú si un desconocido te dice que está aquí por un deseo y que te ama. Eso suena como una mentira, pero aun así, no puedo dejar que te suicides.

—Yo no estoy haciendo eso, solo voy a regresar al cielo, el lugar donde pertenezco.

—Pero tú eres real. Cuando me sujetaste, te sentí frío como yo. Si tú regresas, morirás, tu cuerpo lo hará.

—Volveré cuando me aceptes, cuando lo desees.

—Ya no podré. Solo se puede pedir un deseo a las estrellas, eso me dijo mi madre. Solo tenemos una oportunidad, y si yo te dejo ir, lo perderé. Estoy asustado sabes, sobre si es verdad lo que me dijiste. Y si de verdad ninguna mujer me amará, y si eres tú...

—Continua viniendo a la playa por las noches, Esteban, tu compañía me hizo muy feliz. Voy a regresar...

No pude hacer nada. Le suplique, pero no pude corresponder sus confesiones, por eso se fue, se dejó envolver por las aguas.

Lo dejé ir...

Luego de varios años las cosas en mi vida cambiaron. Terminé la universidad y estaba trabajando en una empresa de diseño. Me iba muy bien, pero...yo no sentí nada por nadie. Muchas mujeres se interesaron en mí, y a pesar de dar todo de mí para enamorarme, nunca pude hacerlo.

Luego de cinco años, desde la última vez que pisé la playa alejada de la ciudad, regresé a mirar las estrellas. Aquella que había llamado mi atención cuando era un universitario, seguía arriba, muy brillante, pero... nunca bajo, por más que se lo pedí, no bajó. Mis súplicas no sirvieron de nada.

Solo tuve una oportunidad, y lo dejé ir, dejé que se hundiera. Él se fue porque yo no fui capaz de amarlo en ese entonces.

UNA ESTRELLA ENAMORADA |1ra parte|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora