22 Entretenimiento mundano

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Continué observando a Destello y a Resplandor varios días después de haber realizado el ritual de reencarnación, aunque más a Destello. Permanecía en su casa resignado por la presencia de la nana que su madre había contratado. La muchacha era una loca adolescente que solo paraba mirando programas donde las personas cantaban, se peleaban y ventilaban sus vidas amorosas. Cuando no miraba la tele se tiraba en el sillón con revistas referentes a lo mismo: espectáculo del mundo musical.

No me molestaban sus gustos por la música humana, ni nada de la vida que ella paraba chismeando de todas esas personas famosas. Ese pasatiempo no era de mi importancia, ya que mi total atención estaba puesta sobre Destello. Lo que realmente me disgustaba del gustito de esa muchacha era su fanatismo por cierto grupo de rock y su locura frenética cuando visualizaba las fotos de los muchachos liderados por una extravagante cabellera rubia enmarañada. Era molesto ver la patética cara de Oro en todas las revistas como si fuera el rey del mundo.

La niñera leía con mucho interés los reportajes escritos en las revistas. Sus ojos brillaban intensamente mientras su mirada repasaba cada una de las líneas escritas. Era molesto verla chillar, babear y abrazar la revista con dramatismo. Su pasión exagerada provocaba un gran escozor en mí, tanto que me daban muchas ganas de arrebatarle la revista para saber qué cosas decían de aquel grupito de rock liderados por un rubio tonto y molesto.

Mi interés por saber que decían las líneas de los reportajes escritos sobre la banda me dejaron como tonto cuando Oro apareció frente a mí. Oro me vio con una revista en la mano, justo en la sección donde una de las páginas tenía su cara creída como foto principal. Oro bufó con burla, pero lo noqueé tirándole la revista con fuerza.

— ¿Te quedarás para siempre encerrado en esta casa como el más fiel de los esclavos? —dijo recogiendo la revista.

—Que te importa, Oro, yo me voy a quedar junto a Destello para siempre.

Oro caminó a mí alrededor y me examinó con seriedad.

—No creo que a Resplandor le agrade que su amado Destello tenga como acosador a un niño berrinchudo. A nadie le gusta la competencia, Luna.

—Yo sabré cuando dejar a Destello —dije con firmeza—. Ahora no es el momento, por eso me quedaré junto a él.

—Y cuando sea el momento de dejarlo —Oro se paró frente a mí—, ¿vendrás conmigo?

— ¿Eres tonto? Ya sabes que no me gusta mezclarme con los humanos. Ellos no tienen nada de bueno. No valdría la pena inmiscuirme en un mundo tal material.

—Cómo puedes estar tan seguro. Dale una oportunidad, Luna, ya verás que es muy divertido. Yo me divierto mucho junto a ellos. Los humanos son muy interesantes —dijo ojeando la revista—. Déjame demostrártelo.

—Tonterías —me crucé de brazos.

—Dices que son tonterías, pero es tan entretenido ver el interés que le das a las revistas. No es difícil engañar a los humanos. Yo te puedo ayudar a jugar con sus mentes para darte un estatus entre ellos.

—He dicho que no—. Desparecí de su lado.

Su insistencia por convencerme de ser un remedo de humano era molesto.

Me materialicé en la habitación de Destello. Él dormía tan tranquilito como siempre. La nana también dormía para mi poca sorpresa. Ella se encontraba recostada en el sillón con muchas revistas en sus manos.

La calmada respiración de destello me empujó a un precipicio sin fin, lleno de oscuridad y soledad. Los días pasaban lentamente. Pronto se harían años y el pequeño cuerpo de destello se convertiría en una adolescente capaz de amar. El amaría a Resplandor y resplandor lo amaría a él. A mí me tocaría quedarme como un simple espectador, porque, como dijo Oro, no podía permanecer en medio de ambos. Observarlo en soledad iba a ser muy doloroso, porque yo quería mucho a Destello.

UNA ESTRELLA ENAMORADA |1ra parte|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora