26 Encuentro con el demonio

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Oro regresó con un semblante seguro, deseoso de que lo bombardeara con preguntas referentes al encuentro que tuvo con el demonio. Él dijo que lo había hecho, que logró persuadir al demonio para bloquear la mente de la bruja. Eso era suficiente para mí. Por fin podía ir a casa de Destello para poder acompañarlo.

—Ahora quiero que me lleven con Destello —exigí cuando me di cuenta que Oro y los niños me empezaron a ignorar. Los niños estaban acaparando a Oro con preguntas sobre cómo era el demonio: si era terrorífico, malo, engreído, si intentó engañarlo. Tenían mucha curiosidad de saber por qué el demonio accedió aceptar el bloqueo, al parecer, sin objeciones. También querían saber qué fue lo que le reveló a Oro.

Los niños me miraron y dijeron:

— ¿Hermano, no sientes curiosidad por saber qué es lo que el demonio le dijo a Oro?

—Pues no —respondí con seguridad, aunque el bicho de la curiosidad comenzó a cosquillearme.

—Es una pena, Luna, porque de todas maneras vas a tener que escucharme —Oro se sentó en el brazo del mueble. Me dio la impresión de que él quería que yo escuche su encuentro con el demonio, pero no porque deseaba informarme sobre lo acontecido con esa criatura, sino más bien para obligarme a escuchar algo que no me interesaba.

Lamentaba mi imposibilidad de trasladarme a mi gusto. Me senté a regañadientes en el mueble, en cambio los niños se sentaron con unas anchas sonrisas retorcidas en sus caras.

—El demonio —dijo Oro con seriedad—, es un Principie demonio, me refiero a que es uno de primera categoría, uno de los más temibles de su categoría.

— ¿Te lo dijo? —preguntaron los niños.

—No, no fue necesario que lo dijera. Su presencia debe ser intimidante para cualquiera, pero menos para mí —dijo seguro—. Lo entenderían si hubieran estado allí. Toda la casa estaba en calma cuando llegué: La falsa bruja leía un libro en la sala y apenas se escuchaba el chirriar de la tetera. Todo era normal. Estuve a punto de invocarlo, pero el demonio se presentó a mí por su propia decisión.

La habitación fue invadida por una niebla extraña, pero solo el piso. Casi cubría mis rodillas. La niebla brotaba de la mujer, quien leía concentrada sin saber lo que se expandía a su alrededor. Mientras la niebla se hacía más densa, sentí que algo serpenteaba alrededor de mis pies. Eran alambres puntiagudos que producían un ruido metálico cuando se rosaban entre ellos. Estos se empezaron a enroscar en todos los muebles de la casa, comenzaron a trepar por las paredes, se deslizaban bajo las puertas cerradas. Toda la casa estaba infestada. A pesar del golpeteo que producían al intentar invadir el mínimo espacio de la habitación, mi atención se centró en el aglomerado metálico que fue creciendo en medio de la sala. Muchos de estos cables con puntas se enroscaron hasta dar forma a un hombrecito cubierto de metal.

Todos estos cables que lo cubrían se fueron deslizando hasta dejar libre su rostro, su torso, sus caderas, sus piernas. Su forma era el de un niño no mayor de diez años. Su cabello era de un intenso rojo fuego, piel cruda, labios muy rojos. Sus ojos me parecieron extraños, ya que nunca había conocido a un demonio con heterocromía, pues uno de sus ojos era de color azul y el otro rojo.

—Te estaba esperando, Oro —me dijo el demonio inclinándose a mí.

Lo escuché con claridad a pesar de no haber movido sus labios. Algo lo estaba limitando. La reencarnación era lo que lo oprimía, estaba seguro. Su voz fue lo único que me dejó reconocer su estado de ánimo, el cual era sereno.

—También estaba esperando a Noche, pero creo que no va a venir —dijo incorporándose.

Su trató no era defensivo, al contrario, era tranquilo e incluso amable. Algo extraño en un demonio, pero aun así decidí no tratarlo con confianza. Después de todo, el demonio estaba en falta por haberse entrometido en tus planes, Luna, él lo sabía, pero no mostro importarle en lo más mínimo haberse inmiscuido.

UNA ESTRELLA ENAMORADA |1ra parte|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora