Capítulo Cuatro

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Jueves


Mi habitación se encontraba desordenada, pero no estaba prestando atención exactamente a eso. Estaba mirando el vestido, cinco centímetros por arriba de las rodillas, color culo-de-bebé-sonrosado, ajustado y con el detalle de un tulipán en lentejuelas, de color rosa pálido a un costado y con un escote en V. Mi madre me lo había comprado ese mismo día, sin mi consentimiento. Pero... no importaba, lo que sí importaba es que era muy hermoso. Demasiado como para mí.


Lo único malo es que era demasiado corto. Como para mí gusto. Pero no importaba.


Con este vestido iba a dejar atónito a Erick. O eso creía. ¡Jha! Miré los zapatos. Eran una hermosa copia de unos Christian Louboutin. Bellísimos. Con una plataforma de no más de 2,5 cm. y un taco de más de 15 cm. Vuelvo a repetir. Bellísimos. Mariana me ayudaría a maquillarme, pero... simple. Nada extravagante, le había dicho el mismo día que nos enteramos del Baile de Primavera.


Me acerqué al vestido, lo alcé y lo abracé como si fuera mi salvación para el amor. Y espero que lo sea. Tomé cuatro respiraciones seguidas y me obligué a mí misma a dejar el vestido, de nuevo, sobre la cama. Tenía que apurarme si quería llegar a tiempo a la casa de Mariana, para ayudarla a elegir su vestido. Supuestamente, ella quería que fuera una sorpresa para Nicholas. Y ojalá lo fuera...


* * *


—¿Este me queda bien? —me preguntó Mariana por décima octava vez.


Estábamos en el shopping, en una sucursal de Sherri Hill. Su padre le había regalado el dinero suficiente como para comprarse un vestido de esos. Miré a mi amiga, un poco cansada, mientras trataba de combinar su piel, con ese rojo soso y aburrido, pero no se podía. Ella era latina, y por naturaleza, morenita de piel. Le negué con la cabeza y ella suspiró resignada, mientras volvía al vestidor.


—Un último intento no matará a nadie, ¿verdad? —dijo desde adentro.


—¡Es verdad! —Contesté—. Pero mientras te apures, mejor.


Escuché un forcejeo por aquí y por allá, al tanto en que Mariana intentaba ponerse el último vestido. Me dijo que lo había dejado para lo último, porque fue el más hermoso que había visto. Me pasé las manos por los ojos, agotada, tratando de adivinar de qué color sería el vestido. ¿Fuxia? ¿Marrón caca? ¿Turquesa tipo cielo? ¿Kinotos al whisky? No lo sabía...


Mariana salió con un vestido Sherril Hill 2O1O. Uno blanco, sin tiras, con una faja dorada por la cintura, que se cruzaba de un lado, hacia el otro. Su tonalidad de piel resaltaba con el contrastante del blanco. Parpadeé varias veces, tratando de asimilar lo que tenía en frente, y aplaudí.


—Gracias, muchas gracias —se sintió halagada, la muy zorra.


—Si sabías lo taaan hermoso que era, ¿por qué me mostraste los otros? —cuestioné, después de darme cuenta de lo que había hecho.


—Porque me gusta hacerte enojar —sonrió hacia mí, mientras entraba de vuelta para descambiarse.


Observé a la vidriera, que daba al patio de comidas del shopping. Esperando que Mariana salga, miré cada una de las mesas, viendo a las personas comer sus alimentos... hasta que mi vista se topó con Marie. Marie besando a Erick. Parpadeé varias veces, consternada. Estaban en un puesto de Starbucks, en la fila de espera. Marie, me di cuenta que era ella por su perfecto cabello rubio, tenía la espalda sobre mi lado, y Erick... bueno, Erick, estaba con la cara a mí lado.


Los miré triste, con el corazón roto. Muchas veces los había visto besándose, pero ahora... no lo sé. Me sentía como más conectada a Erick y parecía como que me lo querían ¿sacar? Sí, esa es la palabra correcta. Erick levantó la cabeza, sin dejar de besarla, y sus ojos verde-limón chocaron con los míos. Barrí toda lágrima en menos de un segundo, y aparté la mirada forzosamente.


—Este vestido hará que a Nico se le caiga la baba... —se interrumpió Mariana sola al notarme triste—. ¿Qué sucede Ami? —negué con la cabeza, indicando que nada me estaba sucediendo—. ¿Estás segura?


—Sí —dije seca.


Y volví a mirar hacia el café Starbucks. No estaban más allí. No había rastro de ellos dos.


—Es hora de irnos —susurré.


—Es verdad. ¡Me estoy muriendo de hambre, mujer (*)!



(*) Mujer:está dicho en español.

2. Cómo convencerlo de enamorarse en 7 días - Trilogía 7 días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora