Capítulo Dos

1.1K 122 4
                                    

Martes

 

—¿¡En serio!? —grité tan fuerte como pude en el auditorio.


El Sr. Lopalkis me había dicho que entraba en el concierto. ¡No lo podía creer! Mariana iba a estar muy orgullosa de mí. Nicholas, también. Mis padres, por supuesto, y mis hermanos... ¡Todos! El profesor me miró con una sonrisa que rara vez mostraba y siguió con el listado. Otros gritos de alegría se unían, al que fue mío. Algunos suspiraban, como tranquilos.


Y otros... eran Erick.


—Erick —el Sr. Lopalkis levantó la vista de la planilla —. Tú también entras.


Me volteé para ver su expresión. Era neutral, como casi en todas las clases. No parecía muy contento de haber entrado en el concierto, pero había algo que lo hacía diferente. ¿Cómo explicarlo? Él no estaba contento de estar aquí, porque creo que nunca le gustó cantar o hacer sonora a la música. Sin embargo, había algo en él que lo hacía estar allí.


Él me miró y me sonrió como había hecho ayer. Yo parpadeé más de una vez y le devolví la sonrisa a medias. Y entonces... me guiñó un ojo. Volteé antes de que bajara mi baba, más caída de lo que estaba. Mi respiración estaba entrecortada. Miré a todos lados, menos al profesor. Escuché sólo mi corazón, olvidándome de que estaban hablando de algo importante.


—¡Amanda! —El Sr. Lopalkis chasqueó sus dedos frente a mis ojos mientras yo me sobresaltaba por la inminente inseguridad que me rasgó por fuera y dentro—. Estate atenta, estoy diciendo las parejas que van a cantar y tú en las nubes de Júpiter.


—Lo siento —susurré.


Comenzó con individuales. Como Yaheel cantando I've got my mind set on you de George Harrison. O como con Jack, el bajo con mejor voz, cantando Snow de los Red Hot Chili Peppers. O como yo, cantando con Erick, la canción...


Espera, mierda. ¿Lopalkis había dicho bien? ¿Erick y Amanda? ¡Esta tiene que ser la mejor broma del mundo!


—¿Qué? —chillé, cuando reaccioné.


—No te preocupes, Amy. No muerdo, por ahora —una voz. Esa voz. Su voz.


Me volteé, para encontrarme con que Erick estaba casi encima de mí. Me tiré un poco hacia atrás, para no terminar lanzándome encima de él y besarlo sin previo aviso. Relamí mis labios secos y me aseguré de ocultar mi expresión de fascinación, al ver sus ojos verdes. Verdes limón, como me gustaba decirles, aunque nadie lo supiera. Incluida Mariana.


—No me preocupo. Sólo quería saber si había escuchado bien —murmuré, aturdida.


—¡Ustedes dos! —me sobresalté cuando el profesor nos apuntó con su dedo acusador—. Cantarán, Everybody Needs Somebody de Blues Brothers. La quiero bien entonada, ¿entendido? —ambos asentimos—. Y también cantarán al final. Mmm... Dos canciones. Mercy de Marcus Collins y una más. Esa estará a elección de ustedes.

2. Cómo convencerlo de enamorarse en 7 días - Trilogía 7 días.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora