Tu bello y maduro cuerpo de mujer

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Enterré mis puños en la arena,

dejando que hablara la rabia,

luego de morderme la lengua,

me senté a esperarla.

Aquel bello rincón,

de fina y blanca arena,

olas, de húmedas caricias

y horizonte que invitaban a amarse,

fue el maravilloso lugar

 donde nos conocimos los dos.

Allí nos prometimos amor eterno

 y juramos nuestro eterno amor,

ahora, mi rabia dejó paso a la tristeza,

el rencor... deja paso al corazón.

Quise entonces, abrazarme a mi soledad

 como única tabla posible de salvación

 para no volverme loco,

me así a ella con tanta fuerza,

que por más que vinieran a soltarme,

no había forma que yo entendiera

 y me agarraba a ella…

 con más fuerza y desesperación.

Pasaban los años y de hora en hora envejeci,

mis manos perdieron ganas y dureza

 y fue entonces que te conocí.

Me perdí en tus ojos,

entre la dulce ternura que exhalabas

y ese brillo de color café que iluminaba,

tu bello y maduro cuerpo de mujer.

 Tu sonrisa hizo al fin huir a mi soledad

 y entender que, el amor, si se quiere,

¡Nos hará ganar cualquier batalla!

Duele la memoria (poemas en el aire)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora