Besos compartidos.

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No somos amigos. Tampoco compañeros de algún curso. Ni algo más allá de un simple saludo por educación. Ni siquiera sé su segundo nombre ni él el mío. No sabemos nuetros hobbies ni gustos peculiares.
Sabemos cuando coqueteamos con alguien. Sabemos cuando alguien nos gusta. Sabemos lo que odiamos. Sabemos poco. Sabemos más que nuestra familia.
No nos comprometemos a nada.
Le tengo miedo a algo duradero, algo serio. Detesto la cursilería. Ama lo calmado, lo duradero, le da igual si es serio o no. Es amante del romanticismo. Y cuando me lleva a dejar en mi casa o al trabajo de mi tia, su jefa, compartimos besos.
Sin dar explicaciones, sin saber por qué. Solo nos besamos, con pasión, con mordidas suaves y besos lentos, que se detienen solo para agarrar aire. Y luego continuar. Recorriendo por el cuello y gemir desde las comisuras de mis labios y de sus labios.
No somos algo.
Somos nada.
Un "nada" de besos compartidos.

Del diario vivir.Where stories live. Discover now