Ese momento en que el dolor y la muerte ya no te causan terror ni miedo alguno. Ya todo te es igual e indiferente y lo aceptas parte de tu vida y ese, es el límite del ser humano.
Pero para otros; nos profundizamos y vemos al dolor y a la muerte como una opción.
Una opción para la vida, para sentirnos con vida, para seguir viviendo y, más que unos que otros, para acabarnos, para lidiar y al final, unos que otros, para matarnos, para unirnos con la muerte, y ese es el límite que nos damos con lujuria y anhelo. Ahí, donde todo acaba.
