11. Más claro que el agua.

13.8K 1.1K 272
                                    

Capítulo once: Más claro que el agua.

"...No soportaba la idea de verte a ti con tu novio y no quería hacer una estupidez que hiciera que me odiaras."

Esto no podía estar pasando... ¡No. Podía. Estar. Pasando!

Pasé tanto tiempo culpándolo de algo que en realidad no había hecho... Dios mío, he pasado casi un año viviendo en mi propia mentira. Esto no puede estar pasando...

—¿Estás bien? —Se preocupó Robert, sentándose de golpe—. Has palidecido de repente.

Yo también me senté, dejando caer mi torso un poco hacia delante.

Oh, estoy perfectamente bien. Estoy acostumbrada a que mis ex-amores platónicos entren a mi cuarto en la madrugada y confiesen sus sentimientos hacia mí, haciéndome ver que estuve completamente errada por más de dos años de mi vida.

A veces las personas hacen unas preguntas, que merecen como respuesta un golpe en la cabeza para ver si así las neuronas trabajan como deberían.

—¿Por qué no me lo dijiste antes? —pregunté con un hilo de voz, mirándolo sobre mi hombro.

Él pareció avergonzarse y clavó la mirada en el suelo.

Yo me mantuve la misma postura, me importaba un soberano pepino si me daba tortícolis.

—No podía hacerlo. Yo soy un idiota y tiendo a arruinar las cosas siempre, no quería que después terminaras mandándome al demonio. Prefiero un millón de veces tenerte de amiga y estar seguro de que por lo menos podemos hablar a perderte para siempre por mi irracionalidad —admitió—. Además, una chica como tú jamás podría fijarse en alguien como yo, así que no vi mucha lógica en decirte algo que probablemente acabaría con nuestra amistad —finalizó y dirigió sus ojos nuevamente hacia mí.

Santísima mierda...

—Eres un jodido imbécil —dije, cubriéndome el rostro con las manos sin saber cómo reaccionar.

Era demasiada información en tan poco tiempo; ahora resultaba que Robert, quien había sido mi amor platónico por muchos años y se había alejado de mí como un imbécil, no lo había hecho por egoísmo y maldad, sino todo lo contrario: lo había hecho porque estaba celoso y no quería que sus sentimientos por mí quedaran al descubierto, por lo que se buscó una novia y llevó las cosas por su cuenta.

Y yo que estaba empeñada en no perdonarlo y hacerlo sufrir...

—Lo sé, sé que soy un imbécil por enamorarme de ti y decírtelo justamente cuando las cosas entre nosotros estaban mejorando —dijo de manera desesperada y dolida—. Pero es que me has preguntado y no pude resistirme, mejor hagamos como si no dije nada. Ya bastante malo es no ser correspondido, no dejes de hablarme por esto, ¿sí?

Lo miré con ganas de ahorcarlo.

¿En serio era tan idiota como para no darse cuenta?

—Robert fuiste mi amor platónico por cuatro años consecutivos, desde que nos conocimos —confesé finalmente, haciendo que el susodicho abriese los ojos de par en par y me mirase consternado.

—¿Qué? —dijo sin poder creérselo. Asentí, sin mediar palabra. Entonces nos quedamos en silencio.

Era increíble el peso que podías quitarte de los hombros hablando claramente sobre algo que te atormenta desde hace años.

—Un minuto, ¿fui? ¿En pasado? —preguntó de repente.

Lo miré fijamente.

¿Fue? ¿Era? ¿Es? ¿Será?

Inaccesible ©Where stories live. Discover now