Capitulo 8

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Gulf

Drogas, genial. Ya mi acompañante le parecía divertido... mierda ¿Dónde me estaba metiendo? Miré a mi alrededor hacia las parejas que había tiradas en el sofá y a las que estaban de pié bailando al ritmo de la música que se filtraba por las puertas que daban al salón, y me día cuenta que estaba lleno de gente rica ataviada con ropa de marca y muy cara y a la vez gente que podría haber salido del peor barrio de la zona.

No era muy complicado diferenciar a los de buena familia y a los de no tan buenas. Para empezar las chicas de dinero llevaban vestidos y ropa cara pero por lo menos la llevaban; las demás iban vestidas casi como prostitutas.

-Creo que esto no ha sido una buena idea-le dije a mi acompañante pero me di cuenta que se había sentado en uno de los sofás y que ya llevaba una botella de cerveza en la mano.

-Ven, Gulf-dijo tirándome del brazo y haciéndome caer sobre su regazo-Pasémoslo bien esta noche... no la desperdicies con ese mal nacido-me dijo y
me puse tensa cuando sus dedos acariciaron mis cabellos y luego mis hombros.

Me puse de pié tan deprisa como pude.

-Estoy aquí por un motivo-le dije mirándole con mala cara. Me había equivocado con Zack, estaba claro-gracias por traerme.-dije y luego me giré para marcharme.

No sabía muy bien que hacer ahora que estaba allí y que le había dado la espalda al único chico que aún no estaba lo suficientemente borracho como para estampar un coche contra un árbol si le pedía que me llevara de vuelta a casa, pero no podía dejar de imaginarme mi mano golpeando fuertemente en la cara de Mew y viendo su cara de desconcierto al verme alli, aunque claro está que a lo mejor Zack me había mentido, y era un loco borracho que solo quería traerme al peor sitio de la historia y al fin y al cabo terminaba muerta y tirada en la cuneta.

Me dirigí hacia la cocina en donde había menos gente con la intensión de buscar un vaso de agua bien fría. No sabía si me la bebería o me la tiraría en la cabeza para poder despertarme de aquella pesadilla, pero de una cosa estaba segura, aquel día parecía no terminar jamás.

En cuanto giré por el pequeño pasillo y entré en la cocina me detuve de inmediato.

Alli estaba, sin camiseta, en vaqueros y rodeado de tías y de cuatro amigos tan grandes pero no tan altos como él.

Me quedé observándolo unos instantes.

¿Este era el mismo chico pijo con el que había estado cenando en un restaurante de lujo hacía menos de tres horas?

No pude evitar sorprenderme al verle de aquella manera. Parecía recién salido de una peli de mafiosos; rodeado de chicas guapas y en ropa nada discreta y con amigos tan atemorizadores que se podría haber tratado de una mafia.

Estaban bebiendo chupitos mientras jugaban aquel juego de insertar una bola de pin pon en los vasos rojos de plástico. Mi querido hermanastro estaba en racha ya que no fallaba ninguna. Lo bueno de eso...: no estaba tan borracho como los que perdían y debían beberse un chupito de tequila.

-¡Déjalo ya chico!-gritó uno de los gorilas que por lo menos si que llevaba camiseta-ya sabemos que eres el mejor en esto, déjanos probar a los demás.

Mew tiró la última pelota pero lo hizo mal adrede. Fue tan obvio que no entendí como los demás no se dieron cuenta, pero todos le abuchearon riéndose a carcajadas. Mew agarro un chupito y se lo trago en menos de un segundo.

No se había percatado de mi presencia lo que era de entender ya que yo seguía rezagado en la puerta observándole como quien quiere analizar un proyecto químico y aún no entiende absolutamente nada.
Mientras uno de sus amigos cogía el relevo, Mew se acercó hacía donde una chica morena y muy guapa sentada sobre la mesada de mármol negro. Llevaba unos pantalones cortos que dejaban al descubierto sus la piernas bronceadas por el sol y arriba solo llevaba la parte de un bikini azul cielo.

Hermanatros (1)Where stories live. Discover now