23 | La propuesta

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23 | La propuesta


Scarlett

—¡Chris, no vas a creer lo que acaba de pasar! — Sus ojos brillan con curiosidad mientras me observa, esperando mi respuesta —. El crítico me dio su tarjeta y quiere tener una reunión conmigo para discutir mi trabajo. 

—¡Es increíble!

Chris estalla en una sonrisa y extiende los brazos hacia mí. Mis pies apenas tocan el suelo cuando siento sus brazos fuertes envolviéndome con ternura y emoción. Me levanta en el aire con facilidad, sosteniéndome como si fuera lo más natural del mundo. La risa escapa de mis labios mientras me encuentro en sus fuertes brazos, y su cercanía me hace sentir protegida.

—¡Eso es increíble, Scar! ¡Estoy tan orgulloso de ti! —me felicita, su voz llena de alegría y admiración.

Observo su impecable esmoquin, su cabello perfectamente peinado, esa sonrisa torcida que tanto me gusta, y sobre todo, esa mirada intensa que no se aparta de la mía ni por un segundo.  

Con suavidad, me baja hasta que mis pies tocan el suelo, pero nuestros rostros quedan demasiado cerca. Un cosquilleo recorre mi piel ante el contacto, y apenas puedo contener la sonrisa que se forma en mis labios. Por un fugaz momento, siento el impulso de cerrar la distancia entre nosotros, de terminar lo que comenzamos antes.

Pero en lugar de inclinarse para besarme, Christopher toma mi mano con gentileza. 

Una mezcla de decepción y confusión se agita en mi interior, pero me obligo a mantener la compostura. ¿Por qué se aleja ahora? ¿Por qué no me besa?

Sin soltar mi mano, se aparta de mí, pero mantiene los ojos puestos sobre los míos. Su expresión es difícil de descifrar, parece como si estuviera luchando consigo mismo. ¿Qué estará pasando en su mente en este momento?

—Creo que ya es hora de irnos a casa —dice con su voz suave.

Asiento, aunque me siento un poco desilusionada por la repentina interrupción. Miro a mi alrededor y noto que la mayoría de los invitados ya se han ido, dejando solo al personal de limpieza terminando los últimos detalles.

—Está bien —respondo, resignada. 

Aunque una parte de mí quisiera quedarse más tiempo para absorber todo lo que ha sucedido esta noche, sé que es momento de partir.

—Por cierto, he estado aguantando las ganas de preguntarte algo —murmura mientras se acomoda la corbata con impaciencia, como si ya no aguantara tenerla puesta —. Sabes, está cosa es tan incómoda.

—Pero te queda muy bien —le digo.

La sorpresa cruza por su rostro durante un instante, pero es tan rápido que me hace dudar si realmente pasó o si fue mi imaginación.

 —¿Alguna vez... será posible... qué... si tal vez... o no... no tienes que decir que sí... yo... —tartamudea, visiblemente nervioso.

—¿Qué sucede, Chris? —inquiero, intrigada por su inusual nerviosismo.

Esboza una sonrisa nerviosa y parece como si estuviera a punto de hablar, pero se queda en silencio, sin saber qué decir. Es adorable, considerando su reputación de chico malo.

Luego, señala hacia la pintura en el centro de la sala.

 La petición me toma por sorpresa, y un destello de sorpresa atraviesa mi mirada.

—¿Quieres la pintura? —respondo, con una mezcla de incredulidad y curiosidad.

Él asiente con una sonrisa tierna.

Corazones de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora