14 | Quiero ser ese alguien

3K 193 38
                                    

14 | Quiero ser ese alguien


Christopher

Después de todo lo que he hecho, de tantos años de sacrificio por el país terminé convirtiéndome en el chófer de una niña problemas.

Es irónico, ¿no?

Mi rutina se ha vuelto casi mecánica: levantarme temprano, llevarla a la universidad, al gimnasio, almorzar juntos, dejarla en la academia, esperarla en el café y luego llevarla a de vuelta a su casa.

Tengo la impresión de que me he vuelto su guardaespaldas no oficial. Y no, no recibo pago por esto.

Debería dejar de esforzarme tanto en esta farsa. Pero desde que nos conocimos, no he dejado de sorprenderme con cada capa que descubro de ella. A pesar de sus arrebatos y sus momentos de impulsividad, hay una profundidad en su ser que me cautiva.

Es como si cada gesto, cada palabra, cada silencio, revelara un poco más de su esencia, como si fuera un rompecabezas del cual aún no he descubierto todas las piezas.

Es como una mariposa multicolor. Por la mañana, elegante con un bolso y un abrigo. En la universidad, con una blusa aburrida como las que usa mi madre. Pero cuando la recojo para almorzar, siempre me sorprende. ¿Cómo puede ser tan creativa con sus atuendos? Hasta he notado que cambia el color de las sombras de sus ojos.

El silencio entre nosotros no es incómodo, al contrario, es reconfortante de alguna manera. Me permite observarla sin sentir la necesidad de llenar el espacio con palabras vacías.

A medida que nos acercamos a la universidad, Scarlett rompe el silencio con una de esas preguntas que suele hacer que me sacan de orbita.

—¿Te gustan las nutrias, Chris? —pregunta, con un brillo travieso en sus ojos.

Me sorprende su repentino cambio de tema, pero no puedo evitar sonreír ante su curiosidad.

—Supongo que sí —respondo con sinceridad. —Tienen sus encantos.

—¿Sabías que se toman de la mano mientras duermen?

Me importa una mierda lo que hagan esos roedores, pero me encanta escucharla hablar.

—¿Así? ¿Qué más?

—Y cuando los bebés están cansados después de nadar, descansan sobre sus madres.

Scarlett saca su teléfono y busca una imagen para mostrarme. La pantalla ilumina su rostro, y puedo ver la ternura en sus ojos mientras me muestra la foto de una nutria con su cría, exactamente como ella describió.

—Yo tengo otro dato.

—¿Enserio?

Pero lo que más me gusta es hacerla enojar.

—Los bebé nutria son la comida favorita de los lagartos

Soy un desalmado.

—Eres terrible —exclama con una risa, sacudiendo la cabeza con ingenio.

Aunque lo negaría hasta la muerte, hay algo en ella que me atrae de una manera que no puedo explicar.

No puedo evitar preguntarme qué significó el beso para ella, si fue solo un impulso fugaz o si hay algo más detrás. Pero por ahora, decido dejar esa pregunta en pausa, no quiero arruinar esta amistad que parece que estamos forjando.

Me despido de ella con un choque de puños, aprendí por las malas que decirle "amor" en privado la hace enojar.

Cree que si la trato como a uno de mis amigos dejaré de querer acostarme con ella.

Corazones de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora