3 | El novio de Scarlett

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3 | El novio de Scarlett


Christopher

Aparco frente a una casa de dos niveles en las afueras de Ventboro y no puedo ignorar el hecho de que Scarlett se ha puesto nerviosa. Lleva más de quince minutos sin responderme y estoy casi seguro de que no he dicho nada que la molestara.

La miro por un instante; sus manos aprietan los puños con fuerza y su respiración se vuelve entrecortada. Puedo sentir la ansiedad emanando de ella. Aunque intenta disimularlo, una sombra de tristeza cruza su rostro antes de que sus ojos se claven en la figura junto a la puerta de la casa. Se trata de un hombre de mediana edad, con su aspecto serio y distante, lleva un traje formal y corbata.

—Es mi padre —me informa con un susurro apenas audible —. Gracias por traerme.

Antes de que pueda responderle, Scarlett sale del vehículo y cierra la puerta con tanta delicadeza. Se dirige hacia su padre con pasos suaves y su manera de caminar me recuerda lo frágil que es, cómo si de una niña se tratara. Otra vez mi instinto protector sale a la luz, no puedo dejar que se enfrente a su padre por mi culpa.

Sin pensarlo dos veces, me bajo del vehículo y me sitúo junto a ella. Quizá su padre no se atreva a gritarle si estoy yo presente. Tengo que hacer lo que sea para ayudarla.

Ella se gira para verme con esos ojos avellanados cubiertos por unas largas y finas pestañas que dejan a la vista el terror que los inunda. Su padre se acerca a nosotros, y siento que mi corazón empieza a palpitar con fuerza. 

El hombre me examina de pies a cabeza y siento la repentina necesidad de arreglarme las mangas que llevo dobladas y desearía haber planchado la camisa antes de ponérmela. Mantengo fija la mirada sobre él y esbozo una ligera sonrisa, tratando desesperadamente de no parecer un psicópata. Mi mente trabaja a toda velocidad, buscando una solución que no nos meta en tantos problemas.

Cuando se detiene a poca distancia de nosotros, sé que ya es tarde, que ya no puedo darme la vuelta para huir, así que doy un paso hacia adelante y extiendo la mano con amabilidad.

—Buenos días, Sr. Borgelies —saludo con la voz firme y calmada.

El corazón me golpea con fuerza mientras observo a Scarlett, tan vulnerable e indefensa, atrapada en la burbuja que sus padres han construido a su alrededor. Es como si comenzara a darse cuenta de que la vida es algo más de lo que le han enseñado. Y aquí estoy yo, con mi complejo de papá y mi debilidad por las niñas problemáticas.  Quiero que sepa que hay alguien dispuesto a sostenerla cuando su mundo se desmorona. Quiero que tenga todo lo que a mí me faltó.

Si tan solo la hubiera conocido un año antes, las cosas podrían haber sido tan distintas entre nosotros. Pero ahora no encontramos en diferentes ligas. Ella, tan perfecta, y yo... solo soy yo.

Y así, en un destello de lucidez se me surge una idea genial. Ella me mira como si pudiera leer mi mente, y me advierte que no lo haga, pero ya he tomado una decisión. Me vuelvo hacia su padre y con la mano aún extendida, le digo:

—Christopher Ashford, el novio de Scarlett.

El Sr. Borgelies me sostiene una mirada que parece cortar a través de mi alma. Sus ojos oscuros y penetrantes destilan una severidad que podría hacer temblar al más valiente.

—No sabía que salías con alguien, Scarlett —dice, su tono frío como el hielo, cargado de incredulidad y desaprobación. 

Seguramente ella tampoco. 

En sus ojos, vislumbro un destello de furia contenida, una hostilidad que me hace retroceder mentalmente. Si no estuviera acostumbrado a enfrentarme a hombres mucho más amenazantes, posiblemente habría mojado los pantalones.

Corazones de papelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora