∆ Cap XXVI ∆"La Jugada de Yunet"

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Dicen que la maldad no tiene límites, ni siquiera el portador que la posee.

Una vez más aquella loca vagabunda que se decía ser madre de la reina irrumpia a las fueras de la gran entrada del palacio, era Yunet, exigiendo poder hablar con su nieta, la princesa Ariadna.

Bakenmut la amenazó con su espada para que se marchará pero fue inútil, sin pensarlo comenzó alzar la voz en alto hasta que su petición fuera atendida, el general estaba perdiendo la paciencia y dio la orden de echarla aún grupo de oficiales.

Pero Yunet no se rendiría tan fácilmente ante esto. Su plan de venganza sería puesto en marcha en cuanto volviera al palacio, no le sería fácil pero su as bajo la manga aseguraría su pase a su victoria.

La hija del Faraón se encontraba en los bellos jardines del reino jugando al Senet al lado de su padre.

- Casa de la felicidad padre,¡Gane! - exclamó animada moviendo la pieza del tablero con una sonrisa orgullosa.

- Los dioses están de tu lado hija mía - río alegre el rey felicitando la victoria de su primogénita.

- Supongo que lo heredé de mi madre. - habló sonriendo - Mi abuelo me contó que ella era una excelente jugadora de Senet.

- Paser dijo la verdad - hizo una pequeña sonrisa - así como también su belleza hija, te pareces mucho a Nefertari.

Ariadna sonrió tiernamente ante las palabras de su padre sintiendo la nostalgia de su madre, pero le dolía más saber el hecho de que nunca pudo conocerla, saber que había muerto el día de su nacimiento la había marcado.

La llegada del general Bakenmut se hizo presente ante el soberano y la princesa heredera.

Ramsés se mostró molesto por su interrupción pero antes de reprenderlo cuestionó que era lo que sucedía.

Un Amor Prohibido Where stories live. Discover now