Capítulo 10: Tú, mi necesidad.

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Capítulo súper cortito, pero quería que leyeran algo de mis bebés.

Capítulo súper cortito, pero quería que leyeran algo de mis bebés

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Abby

Escapar.

Era la primera vez que escuchaba esa canción interpretada por Enrique Iglesias.

No solía escuchar música en español, solo en algunas ocasiones, pero hoy saltó en mi playlist de Spotify y Kylian no me permitió cambiarla, estaba reproduciéndola una y otra vez. Seguro la cantaba en su mente, porque sus labios permanecían sellados mientras terminaba de preparar unos huevos con jamón.

Después de tanto tiempo, apenas comenzaba a ver esta faceta hogareña de mi prometido. Verlo en la cocina era entretenido y hasta cierto punto, todo un caso. No había margen para que la suciedad ocupara un espacio cerca de Kylian, mancha que aparecía, mancha que desaparecía en segundos. Limpiaba como un compulsivo y ordenaba del mismo modo, tuve prohibido interferir, no me lo dijo directamente, sin embargo, aprendí a conocerlo.

No tocaba sus cosas, no deshacía su orden, me esforzaba por hacer de su afición, algo más llevadero, comprendía que vivir conmigo era un nuevo giro en su vida y por mucho que me amara, no era fácil para él.

Kylian siempre estuvo solo.

—¿Acaso esa canción es una indirecta? —Inquirí desde el otro lado de la isla, observándolo con deleite.

Usaba solo unos pants de pijama, la camisa no se la puso, porque la estaba usando yo, lo cual me dejaba con una excelente vista de sus músculos y los tatuajes que se movían cuando flexionaba los brazos. La tinta se estiraba y los cuervos parecían tener vida propia.

—Las indirectas están de más conmigo, cariño, de sobra sabes que no vas a ir a ningún lado lejos de mí.

Sacó el pan de barra del empaque para tostarlo, medía los movimientos y yo casi me ponía a contar cuantas vueltas le daba al delicado alambre que sellaba el empaque.

—Tu posesividad me humedece las bragas.

El efecto drástico en él fue fácil de distinguir, apenas un ligero cambio en la manera en que ralentizó el movimiento de sus dedos mientras la tensión sexual se agraviaba y se extendía por la línea definida de sus hombros anchos.

Puso el pan en tostadora y bastó una mirada para que mis piernas se movieran en su dirección. Kylian no tenía que hablarme para comunicarme lo que quería, leía los cambios en él, como el deslizamiento de su saliva se desplazaba con más lentitud por su garganta y acentuaba el gesto en su manzana de Adán, además de sus ojos, Dios, sus ojos cambiaban por completo a una expresión dominante y posesiva que incineraba la sangre en mis venas.

—De rodillas, Abigail —su orden no dejó espacio a replica.

El frío del azulejo mordió mi piel desnuda mientras me colocaba frente a él de rodillas. Sus gruesos muslos fueron abarcados por mis manos, ascendí en mi toque, palpaba la dureza debajo y distinguí su gruesa longitud apenas llegué a su entrepierna. Metí los pulgares entre el elástico del pants y lo bajé hasta sus tobillos.

Eros II © Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu