21. Fénix

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Saltó, saltó sin mirar atrás mientras Yoyo y Nira corrían hacia ella para intentar salvarla, pero el resto les agarraban los brazos, no podían perder a nadie más esa noche. Todas las chicas lloraban mientras caían al suelo de rodillas. No estaban preparadas para tal sacrificio.

Nora sonreía mientras caía, había tenido una oportunidad para volver a vivir y la había aprovechado bien. Además, aquella misma noche se había sacrificado por Andrea y también la habían premiado. Había vivido cada día como si fuera el último, estaba feliz consigo misma y con las personas que la habían acompañado en el viaje en el que se había embargado llamado vida, no cambiaría nada de él.

Mientras caía miles y miles de recuerdos volaban por su mente, todos le demostraban lo que había vivido y en la vida en la que se había convertido; tenía recuerdos desde cuándo empezó a andar, a hablar, cuando tuvo el paro cardiorrespiratorio, cuando celebró su cumpleaños y no vino nadie, cuando conoció a las amigas dueñas de la mayoría de sus recuerdos, y, el recuerdo que tenía más fresco era esta caída. Ella sabía lo que había sacrificado cuando lo había pensado, pero sabía que las constelaciones lo hacían queriendo, para que aprendiera que no siempre hay segundas oportunidades, y para que sonriera por todos sus pequeños pasos pasados.

En mitad de la caída una luz brillante salió de su pecho y cobró la forma de una bella ave de fuego, la cual agitó sus alas y bajó la cabeza en señal de respeto hacia la chica. Nora hizo lo mismo. El Fénix voló al cielo y formó su constelación, mientras dejaba caer cenizas sobre las chicas que lloraban en la fría y húmeda hierba.

— Lo ha conseguido... — dijo Yoyo entre lágrimas mientras gritaba —. ¡Vamos Nora!

Todas las chicas empezaron a imitarla:

— ¡Vamos Nora! ¡Tú puedes! ¡Vamos!

Nora las escuchaba mientras caía y sonreía, no podía creerse que tuviera esas amigas tan buenas.

De repente vió que tenía el suelo a menos de un segundo y el tiempo se paralizó para ella. Se estrelló y vio su propio cuerpo en el suelo, ahora sin vida. No entendía que estaba pasando. Alguien le levantó la cabeza y se arrodilló hacia ella. Era el Fénix.

Nora sonrió, ahora era inmortal, como un fénix. Voló y grito feliz mientras se acercaba a sus amigas, pero ellas no podían verla.

— ¿Chicas? ¿Por qué no me ven? — le preguntó al Fénix.

— Bueno, estabas muerta...

— Pero soy un Fénix...

— Así es...

— No me gusta... Prefiero volver a mi cuerpo, si mis amigas no pueden verme no merece la pena...

— Pero estás muerta.

— Ya, pero morí porque nadie es inmortal...

— Así es... Pero, ¿No es eso lo bello de la vida? Si todos tuviéramos todo el tiempo del mundo no valoraríamos los momentos...

— Quiero volver a ser humana...

— Yo puedo hacerlo pero... Al fin y al cabo, morirás... Y no serás un Fénix...

— Pero podré tener más recuerdos con mis amigas... Y podré hacer más cosas...

— ¿Te acuerdas de aquel jueves de julio hace unos años? — Nora asintió —. Yo te vi. Yo siempre te vi. Y decidí hacerte ver la importancia de vivir. Veo que la has aprendido muy bien...

Nora asintió feliz y miró a sus amigas, lo estaban pasando muy mal por su perdida.

— ¿Vuelves entonces?

— ¿Me estarás siguiendo a todos lados?

— Siempre, siempre serás un Fénix, al igual que siempre Nira será un Pegado, Zoe y Cloe Géminis, Ester la Osa Mayor, Yoyo la Osa Menor, Fiona Sirio y Andrea Andrómeda. Sois eso, pero también sois humanos y vosotras mismas. Eso es lo más importante, no lo olvidéis.

Nora lloró mientras asentía y abrazaba a su Fénix.

De repente pestañeó y se encontró en su cuerpo. Todo había pasado muy rápido. Sus amigas seguían llorando arriba del precipicio, debía ir a verlas.

Constelaciones De Vidas Where stories live. Discover now