11. Adiós a la Osa Mayor

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Yoyo estaba muy contenta, ya no sería nunca más la Osa Menor, podría incluso en un momento llegar a ser la Osa Mayor, quién sabe...

- Chicas, es verdad, ahí está sonriéndome... - dijo Yoyo feliz.

- Vale, ahora que sabemos que de verdad las constelaciones vuelven al cielo, deberíamos seguir librandonos de ellas, ¡a lo mejor lo conseguimos esta noche! - dijo Zoe ilusionada.

- Bueno, a mi me gustaría dormir de vez en cuando en tranquilidad, ¿eh? - dijo Andrea guiñadoles un ojo.

- Pues podéis ir a nuestras casas y hacer como si nada y volver a vernos por la mañana, si os parece bien a todas claro... - dijo Cloe, ella también tenía mucho sueño.

- Creo que hay un pequeño problema en vuestro plan chicas, si vuelvo a casa midiendo casi dos metros mis padres lo van a flipar, creo que deberíamos por lo menos librarnos de mi constelación.

Ester tenía razón y todas estuvieron de acuerdo, primero irían rápido a la casa de su amiga y después todas se irían a dormir, o eso pensaban ellas.

Corrieron hasta la puerta de la casa de Ester pero no les dieron tiempo de llamar a la puerta porque su padre ya la había abierto.

- ¡Ester! Estaba lleno ahora a buscarte... - pero no pudo terminar la frase porque se dió cuenta de su tamaño.

- ¿Qué pasa papá? - le dijo su hija asustada.

- No encontramos las pastillas de Sonia, y tú fuiste las últimas en cogerlas...

- ¡Papá! - Ester estaba enfadada, la habían asustado para nada -. Están en el cajón izquierdo de la cocina... Por cierto, he venido a decirte que...

- Irma, en el cajón izquierdo de la cocina... - le gritó su padre a su esposa -. Bien, ¿qué me estabas diciendo?

Ester resopló, no sabía que iba a ser tan difícil comunicarse con su propio padre.

- Papá, escúchame y no piensen en otra cosa, ¿estamos? Bien, me gustaría decirte que estoy harta, que estoy cansada de tener que llevar todas las tareas, de tener que estar pendiente de todo... Estoy harta de que no me echéis cuenta y solo hagáis cosas por y para Sonia, por si no lo sabéis tenéis DOS hijas, que creo que no había quedado claro... - los ojos de Ester se llenaron de lágrimas - no digo que no le echéis cuenta a Sonia pero también me gustaría tener, aunque solo fuese una tarde, a mis padres para mí. No puedo seguir así, sin poder hacer nada porque tengo que limpiar la casa, ir a comprar... Esas cosas me gustan y quiero seguir haciéndolas pero... También quiero tener libertad...

Su padre la había escuchado atento a todas sus palabras, ni él ni su mujer se habían dado cuenta de la sobrecarga que tenía su hija.

- Hija, lo siento... Pero necesitamos que nos ayudes en la casa, ya sabes que tu hermana necesita más atención que tú y...

- Papá, no me has entendido, ¡solo quiero no ter que hacerlo todo yo! Tener otras cosas que hacer como ver a mis amigas...

Su madre, que se había enterado de todo, llegó y abrazó a su hija.

- Ester, no sabíamos que tenías esa preocupación. Debes entender que tú hermana necesita más atención que tú algunos días pero eso no significa que no te queremos y que la queremos más a ella, os queremos a las dos por igual. Claro que algún que otro día tendremos que prestarle más atención y tendrás que ocuparte de otras cosas pero eso no significa que vayamos a dejar de tarte mimitos y de cuidarte. Claro que no vas a tener tantas responsabilidades a partir de ahora.

- ¡Muchísimas gracias! Sois los mejores padres que alguien pudiese tener - les dijo mientras les abrazaba.

Los padres volvieron dentro y Ester recuperó su estatura habitual.

- Bueno, una constelación menos... - dijo mirando a la Osa Mayor.

La vida de nuestras protagonistas estaba cambiando, poco a poco.

Constelaciones De Vidas Where stories live. Discover now