Capitulo 8

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Samay Meyer

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Samay Meyer

—Hola, Samay. Soy Domani. —fruncí el seño confundida, ¿cómo consiguió mi número? — Milos y yo queriamos invitarte a salir, en forma de agradecimiento por habernos ayudado ayer.

—Espera, espera. ¿Cómo conseguiste mi número?

Él solto una risita.

—Tu me lo pasaste.

—¿Sí? —¿en que momento le pase mi número de celular?

—Si. —alargo la i. —Entonces... ¿sí quieres venir?

—Mmm, bueno. —respondí desconfiada.

—Perfecto, te enviare un mensaje de con los detalles de hoy en la noche y ve vestida formalmente. —dijo rápidmente.

—Okey. —y colgo. Me quede mirando el celular algo confundida. ¿Había dicho que sí a una cita con Domani?

En ese instante me dí cuenta de lo que había hecho. Había dicho que sí a una cita con personas que apenas y conocía.

Pero, ¿por qué dije que si? ¿es normal la atracción y comodiad que siento con esos dos?

Tal vez no lo parezca, pero me siento comoda y eso es extraño.

—Hola. —susurro alguien tras de mí, sorprendiéndome. Me volteé rápidamente, dispuesta a reclamarle al que me había asustado, más cuando lo hice, me encontre con la cara del dios griego de la mañana y otros tres con él (los cuales estaban igual de guapos).

Repase a los otros tres con la mirada. Dos de ellos eran pelirrojos, de ojos verdes y tez blanca, y él tercero... era el idiota del día anterior.

Hice mala cara cuando lo ví. ¿Qué hace esté vejestorio aquí?

—Veo que me reconoció, señorita.

—Como no reconocerlo. —respondí, cruzandome de brazos y evitando su mirada.

Que idiota.

—¿Se conocen? —preguntó uno de los dos rubios que los acompañaban.

—Para mí desgracia, sí. —respondí con mala cara y, el rubio y el papucho de la mañana soltaron una risita. El gruñón de la banca solo sonrió, extrañamente. —Y... ¿en qué puedo ayudarlos?

—Queríamos disculparnos por el incidente de hace unos minutos. —respondió el vejestorio.

—No era necesario, su compañero ya se había disculpado, pero, gracias. Si me disculpan, me retiro. -iba a caminar, cuando él habló.

—Era necesario, él actuó indebidamente. Nosotros no venimos a disculparnos en su nombre, más bien en nombre de la fracción. Para que vea que no todos somos iguales. —respondió uno de los pelirrojos guapotes.

5 están bien, pero, ¿15?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora