Capítulo 17

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Después del incidente todas las obras fueron canceladas. Por suerte, solo faltaban dos, por lo que la profesora no estuvo tan molesta y llegó a felicitar a los que sí habían pasado. Se acercó a mí y con una sonrisa dulce me dijo que todo estaría bien. Ya había dejado de llorar y mis ojos estaban un poco hinchados. Vi como Lucy entraba por la gran puerta doble y corría hacia mí, para abrazarme mientras de daba palabras de consuelo.


—Todo estará bien, Caro, no llores.


—No estoy llorando, Lucy —reí un poco—, no se por qué me sorprendo si siempre me pasan estas cosas.


—Ay, shh.


Volvió a abrazarme mientras todos se dispersaban y se iban. Cuando ya no había nadie, salvo Lucy y yo, salimos de allí y llegamos a su casa. Su mamá nos había preparado una lasaña para después de la obra y no me la perdería por nada. No sé si es que solo le pasa a mí, pero la comida que preparan las mamás de tus amigas siempre son exquisitas. Así que, por un momento, toda esa incomodidad de hace un rato había desaparecido con tan solo oler la pasta con salsa.


Después de comer, vimos una película. Preparamos palomitas de maíz y tomamos mucha coca-cola, para caer rendidas en la cama doble de Lucy mientras decíamos cosas sin sentido.


—¿Ya tu mamá sabe del viaje? —preguntó Lucy. Todos estaba oscuro y las dos mirábamos el techo, aunque no se viera en absoluto.


—Sí, claro. Ya entregué el permiso al director. ¿Tú?


—También. ¿Crees que Alan irá? —Se sintió como Lucy giró en la cama y quedaba de espaldas a mí.


—No creo, sabemos que el prefiere quedarse en su cuarto jugando en línea.


Reímos, recordando las tantas veces que habíamos llegado a su casa y nos lanzaba las llaves por la ventana por que estaba jugando y no podía pausar el juego, y cuando llegábamos a su habitación teníamos que esperar a que terminara la partida. Alan tiene una obsesión con jugar el línea.


Minutos más tarde, Lucy estaba profundamente dormida y yo, aún no podía cerrar los ojos. Cada vez que lo hacía, las imágenes de lo que había pasado en la obra, volvían; el gesto de William antes de irse, las risas de algunas personas, todo. Me sentía demasiado avergonzada, aunque todo ya hubiera pasado...



A la mañana siguiente, Lucy me levantó con una almohada en la cara. Estaba feliz porque hoy era el día que nos íbamos de campamento. Nadie sabía dónde y mi amiga la ansiosa ya quería la respuesta.


—¡Ay, ya! Échate a un lado, ¿quieres? —contesté con tono aburrido, odiaba que me levantara así, y ella lo sabía.


—¡Ve a cambiarte ahora mismo! ¿Qué estás esperando? ¿Qué venga el coco y te lleve a la ducha? —su voz era agitada puesto que la emoción era más fuerte que su pequeño ser.


Comenzó a quitarte las sábanas y a jalarme de los pies para que me levantara. Ya molesta —un tanto era poco—, me levanté de golpe y la fulminé con la mirada, para tomar la toalla de la silla giratoria con brusquedad y entrar al baño con un ruidoso portazo.

Chica TorpeWhere stories live. Discover now