Capítulo 22: Ayer

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—¿Y si los sueños son una alusión a lo que podría estar ocurriéndote en una vida paralela? —Leah sacó un poco de masa de galletas cruda y la echó a su boca.

—Por favor, deja de hacer eso —le indiqué porque no quería ni pensar la indigestión que podía provocar consumir masas crudas de galleta.

Le restó importancia a mi petición y siguió utilizando los moldes con formas de flores y monos de nieve de navidad, pues fueron los únicos que encontramos en casa, para hacer las galletas.

—Solo escucha mi teoría, creo que tiene sentido —continuó—, al dormir tenemos algo así como un viaje astral a otro universo paralelo en el que hemos tomado distintas decisiones que nos han conducido a ese punto de nuestras vidas.

—¿Estás diciendo que en algún mundo paralelo estoy casada con Theo James?

—Sí, y yo también podría estarlo, las posibilidades son infinitas, al menos en uno de todos los mundos paralelos tú estás casada con él. Y en otro, yo estoy casada con él. —Comió otro poco de masa de galletas—. Incluso, en otro mundo, tú y yo estamos casadas.

—¿Y soy buena esposa?

—Por supuesto que sí —sonrió—, y no te quejas por mis peculiares gustos —volvió a comer una bolita de masa de galleta.

—Pues espero que tus peculiares gustos en aquel universo paralelo no te provoquen diarrea por comer eso crudo.

Soltó una carcajada antes de llevar la bandeja con las galletas al horno ya precalentado. Leah tenía una increíble habilidad para cocinar, le gustaba más preparar cosas dulces que saladas, aunque ambas se le daban bien. Cuando llegábamos del instituto con hambre, era ella la que preparaba algo de comer para las dos y yo debía lavar la loza después. Así que técnicamente, en aquel mundo paralelo en el que estábamos casadas, supongo que hacíamos una linda pareja porque siempre trabajábamos en equipo.

Era sábado en la noche y mis padres habían viajado por el fin de semana a la casa de mis tíos, así que tenía la casa sola para mí. Cualquier otra adolescente habría hecho una fiesta o habría invitado a chicos o a su novio, pero no me gustaban mucho las fiestas en mi casa porque después debía limpiar todo el desastre, así como tampoco podía invitar a Alexander porque estaba ocupado con algo más. Y mi mejor alternativa era invitar a Leah a una pijamada, preparar galletas dulces y ver películas de actores musculosos sin poleras.

—Por cierto, ¿cómo reaccionó Josh con la sorpresa? ¿Le gustó el escenario? ¿Los niños se divirtieron actuando?

Esa mañana participé en el voluntariado de lectura a los niños pequeños, que fue reemplazado por un cambio extraordinario en el cual los niños le dieron vida al cuento infantil del lobo y los tres cerditos con la escenografía que preparamos junto a Leah. Como era sorpresa para Josh, llegué mucho más temprano para instalar todo y que quedase perfecto. Así, cuando él llegó, todo estaba listo.

—Estuvo realmente asombrado —contesté limpiando de mis manos los restos de masa que se habían pegado—, me dio las gracias y juego organizamos a los niños para que pudiesen actuar los que así lo quisiesen.

—¿Dijo algo más? —Leah sacó de la nevera un refresco azucarado—, como... no lo sé... que éramos las mejores del mundo por haber preparado aquella fantástica escenografía.

Me bajé del banquillo de la cocina y asentí.

—Dijo exactamente eso.

—Es que somos en serio las mejores del mundo —insistió alardeando que aquellas decoraciones eran dignas de salir en una obra de Broadway—. En fin, ¿qué película veremos esta noche?

Alma de acuarelas - PausadaWhere stories live. Discover now