Capítulo 8.

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La noche del jueves 11 de mayo en el barrio de North End era curiosamente cálida. Boston no era una ciudad de clima cálido, la mayor parte del año había humedad y fríos vientos, pero al parecer aquella noche el clima se puso del lado de Jonathan Joestar y Bruno Bucciarati para que pudieran hablar en la intemperie sin sufrir de frío.

El joven cuidador procuraba siempre estar a disposición de los niños de su centro y de sus padres, sabiendo que parte de su trabajo era atender todos sus llamados y escuchar sus dudas o demandas, por eso aceptó hablar cuando uno de los padres de Giorno Joestar pidió hablar con él luego de entregar al pequeño. Mentiría si dijese que no sentía una enorme curiosidad.

– ¿En qué puedo ayudarle, señor Joestar? –.

– Verá, señor Bucciarati, mi esposo y yo queríamos hablar con usted con respecto a algo que Giorno mencionó ayer en la cena – Comenzó Jonathan, su voz era tranquila y firme a la vez tratando de no perder la cordialidad. – Nos hubiera gustado tener esta conversación esta mañana, pero ambos debíamos llegar a nuestros empleos –.

– No se preocupe, estoy a su disposición para hablar en cualquier momento – Bruno siguió la misma línea cordial. – ¿Dice que Giorno mencionó algo? – Cuestionó con mucha curiosidad.

– Sí, verá... Giorno nos habló sobre lo que pasó con su compañero con respecto al regalo del día de las madres –.

– Oh, sí, uno de nuestros niños llegó de la escuela alterado por eso –.

– Giorno nos dijo que logró tranquilizarse cuando usted le dijo que su compañero, el otro cuidador, le llevaría a comprar el regalo para su madre y aunque consideramos eso como un gesto muy atento, también nos inquietó un poco para ser honesto – Jonathan trataba de exponer el asunto de una forma tranquila para no ofender al hombre.

La educación y cordialidad con la que Jonathan se manejaba estaba dando resultado, pues Bruno no sentía incomodidad ni inquietud alguna. En realidad su forma de hablar tan amable le hacía querer escucharle más.

– Usted me informó que en ocasiones todo el centro sale de paseo a algún parque cercano o solo a una caminata para que los pequeños se despejen y tomen aire fresco, pero fue claro con que lo hacían todos juntos y ayer Giorno nos comentó que el niño saldría solo con el otro cuidador –.

Bruno entendió cuál era el punto de la conversación y qué era lo que inquietaba al hombre.

– Mi intención no es ofenderlo, señor Bucciarati, ni a usted ni a su compañero, pero la verdad es que nos pareció algo un tanto extraño, sin mencionar que la salida fue para atender un asunto privado y mi esposo y yo nunca hemos escuchado de un cuidador que vaya de compras con un niño por un regalo... Así que queríamos hablar con usted para preguntarle si eso es algo común en este centro o si acaso las circunstancias de ese pequeño son especiales –.

Como padres lo más importante para Jonathan y Dio era Giorno, querían su bien y por eso se aseguraban de no exponer su seguridad y bienestar, por eso querían asegurarse de que en esa estancia estaría bien. Giorno parecía muy feliz de estar en el lugar, todos los días les contaban sobre lo que hacía con sus nuevos amigos y eso les alegraba mucho, pero no iban a dejarle en un lugar que les diera desconfianza, por eso querían saber todo. Eso Bruno lo entendía.

– Entiendo que le preocupe, señor Joestar, es natural que todo padre se preocupe si se entera que en el lugar donde deja a su hijo, los empleados lo sacan y pasan tiempo a solas con él – El tono en la voz de Bruno seguía siendo suave, señal de que sus nervios no se alteraron. – En verdad lo entiendo, no tiene que preocuparse por ofender a nadie –.

Esa petición era algo difícil para Jonathan, quien siempre se preocupaba por no insultar a nadie con algunas de sus palabras.

– Para mí será un placer resolver sus dudas y explicarle la situación para que su esposo y usted se sientan más tranquilos – Bruno sonrió ligeramente para hacerle saber que todo estaba bien.

Star Kids - Jojo's Bizarre Adventure Where stories live. Discover now