Capitulo 31

2.9K 71 8
                                    

La luna había llegado a su etapa final, luna llena. Las estrellas en el cielo eran admiradas por un par de personas alrededor del local, desde lo lejos pude apreciar una distinguida cabellera rubia. Fruncí un poco mi entrecejo, la copa tembló entre mis manos. El viento acaricio mis pestañas, causándome así un leve parpadeo. Alrededor del césped había un hermoso lago cristalino, el cual se extendía a lo largo de la imagen, más allá un admirable puente de madera. Y esta simple pero bonita imagen, no me pudo recodar nada más que mi primer beso. Mire alrededor, las esposas de los hombres corruptos hablaban entre si, chismosas.
Las hojas de los árboles caían, haciendo la imagen aún más distinguida. Los antiguos faroles se mantuvieron parte de la noche encendido, al momento en que la chica de rubia cabellera subió al escenario se apagaron. Enarqué la ceja cuando los faroles volvieron a encenderse, brindándole al público una hermosa imagen de una chica, sonriendo, llevándose así las miradas asesinas de las esposas de sus esposos, y por lo contrario las miradas candentes de ellos para la chica. Y no podía ser más, eran unos pocos hombres, mira que ligar con otra mujer mientras te encuentras con tu esposa, no es muy contundente, o más bien, ético.

- Buenas noches. -sonrío con alegría Nadine desde lo alto, relucía entre tantas. Toda la atención estaba centrada en aquella mujer, entonces desapareció dandole la bienvenida a una nueva chica prepago. Las luces se mantenían apagadas, solo una leve y tenue luz nos permitía ver parte del cuerpo que se deleitaba con movimientos sensualmente profesionales en aquel tubo. Mi entrecejo se encontraba levemente fruncido al no poder distinguir aquel rostro. Su cabello se movía en un va y ven, sus caderas se inclinaban para subir al tubo y hacer de su espectáculo uno más productivo. Y no había palabras para articular, mi atención se desvió de aquella chica, al escuchar una copa rebotar contra al piso, piezas de cristales sobre el suelo, y un chico estático mirando a la chica del espectáculo. Para ser una nueva prepago o bailarina sabía lo que hacía, sabía hacer su trabajo, e impresionar a todos los presentes. Pero la simple curiosidad no me permitía concentrarme del todo en aquellos candentes movimientos, un grito se escucho por lo alto, parpadee varias veces permitiéndome salir de mis pensamientos. Sobre el escenario se encontraba un chico notablemente ebrio, queriendo hacerse de las suyas y tocar a la bailarina. Mordí mi labio, de algún modo eso me causaba gracia. El agradable vino paso por mi garganta, relamí mis labios. Un hombre de elegante traje, el que suponía que es un guardia, subió al escenario. Tomando así con delicadeza a la bailarina, y llevándosela consigo a alguna parte del local. Mientras que otros dos del mismo trabajo se encargaron del borracho, mis ojos le dieron la vuelta a todo el local. Empecé a caminar, tratando de no perderle el rastro a aquella bailarina. Que curiosamente no estaba tras bambalinas, el guardia y la bailarina estaban allí sobre el cedoso césped alejados del público. La chica agarraba su cabello con desespero, farfullo unas palabras pero el guardia la ignoró, marchándose así dejándonos a solas. Decidido en ir hacia ella, siento una mano en mi hombro justo cuando la bailarina iba a girarse y así poder verle el rostro, tuve que girarme a atender al sujeto. Sonreí con desagrado.

- Buenas noches.

Asentí en forma de agradecimiento.
El hombre, dueño de la famosa academia de "modelos", inició una animada charla digna de mi desagrado. Trate de buscarla con la mirada, pero ya no se encontraba allí. Torcí los labios, ahora observando al dueño.

- ¿Estas de acuerdo?

Abrí los ojos más de lo normal, enarcando ambas cejas.

- Uhm... Claro haremos lo que usted deseé.

El frunció el entrecejo, algo enfadado.
Sonreí de medio lado.

- ¿De que rayos hablas? - preguntó indignado.- En esto no puedo hacer lo que deseé, necesito tu ayuda. Eres el único joven mentalmente capacitado para dirigir esta academia por un par de meses. Necesito tu aceptación, no puedo obligarte a nada. - movía las manos mientras hablaba, y hacía gestos faciales.

El Gimnasio EroticoWhere stories live. Discover now