☆ ᴛʀᴇɪɴᴛᴀ ʏ sɪᴇᴛᴇ

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Al oír aquello, Jisung enseguida apartó las manos de su rostro, alejándose varios centimetros, queriendo tener un panorama completo de Minho, a pesar de que quería salir corriendo de allí.

—No es justo —dijo, limpiando sus lágrimas con el puño de su sudadera—. No es justo que yo le haya dejado mis sentimientos en claro, cuando usted ni siquiera se detiene a pensar en ellos. No sé a qué le tiene miedo, hyung, pero si sigue viviendo así, no se va a animar a hacer nada. Si... si tan solo dejara de ser inmaduro, quizás las cosas le salgan bien —setenció, mirando a un punto fijo en el suelo, sin ser capaz de mirarlo a los ojos como le hubiese gustado—. Me lastima. Me lastima que sea tan frio, tan desconsiderado, tan... tan malo conmigo. Puedo aguantarlo, lo que sea que venga de sus amigos como Hoshi, Moonbin o cualquiera, pero de hyung no, porque sus palabras en serio me destrozan el corazón. Solo le pido eso, que piense en mí un momento y en sus sentimientos.

Largó un último sollozo y con sus manos temblorosas tomó su celular para dejarle un mensaje a Felix, que se retrasó en el baño, por eso no fue al salón todavía, pero creía que se iba a saltar la clase de artes porque lo que menos quería ahora era salir y que todos se burlaran de él, llamándolo maricón, como solía suceder en primaria.

Pero Minho se lo arrebató de las manos y condujo el pequeño y tembloroso cuerpo al lavabo para depositarlo sobre la mesada de mármol, de esta manera, sería incapaz de salirse del baño o correr a un cubículo para escaparse.

—Lo estoy haciendo. Solo necesito que me tengas paciencia porque ni yo me la tengo. Y sé que puede tardar, pero... te juro que lo estoy tratando.

—¿Por qué no le puedo creer?

Minho llevó nuevamente sus dos manos hasta el rostro de Jisung, acunándolo y limpiando el rastro de lágrimas. El pelinegro se acercó, tratando de atrapar los labios ajenos con los suyos, sin embargo, el rubio llevó sus pequeños dedos hacia la boca adversa, de ésta manera impidiéndole el beso y el acercamiento.

—Nada de besitos —musitó, un poco enojado. Apartó la mano para que Minho pudiese hablar, pero éste, levantó las cejas, como si estuviese indignado.

—¿Cómo que no? —el aliento pegaba justo en la nariz de Jisung, además de que detestaba el olor a cigarrillo, éste no solo era impactado en su cara, sino que toda el cuarto olía a humo.

—No —volvió a repetir—. No hasta que se de cuenta de sus sentimientos y aprenda a no fumar en lugares públicos.

—Tú lo dijiste, lugar público.

—¡Es una escuela, Lee!

—Voy a ignorar como me acabas de llamar. Puedo fumar en donde quiera, ¿O hay un cartel que lo prohíba?

—¿No ve? Esas son las actitudes de niño inmaduro de las que me quejo.

—¿Ah, sí? Pues yo también me puedo quejar de tus acciones de niño —Jisung frunció su entrecejo, confundido.

—¿Cuáles?

—Coloreas a fuera de las líneas —levantó una ceja, como si lo que estuviera diciendo fuese un gran jaque mate.

—¡Mentiroso!

—No miento. El otro día, cuando fui de repente a tu casa, vi los libros arriba de tu escritorio, varios dibujos coloreados a fuera de las lineas.

—Son solo excusas, no actitudes de niño inmaduro, por lo tanto, sigues siendo un mentiroso. Siga buscando, que cuando tenga alguna actitud como la suya, será bien recibida, porque yo sí sé aceptar las cosas.

Minho frunció sus labios, sin saber qué decir ante aquello. Así que atinó a robarle un beso en cuanto vió que estaba distraído, o muy sumido en su pequeña victoria.

—¡Le dije que no besitos!

—Bien —aceptó, levantando los hombros, como si no fuera tan importante.

El mayor desvió la mirada hacia el celular de Jisung, el cual yacía en la mesada a unos cuantos centímetros de ellos, leyendo rápido el mensaje. Volvió su vista hacia el rostro rojo del menor y la colocó sobre los labios. Besos no, pero lamidas sí. Así que pasó su lengua sobre el labio inferior, queriendo meterla dentro de la boca, pero debía seguir órdenes. Al separarse, sonrio.

—¡Lee Minho!

—Minho hyung, para ti —guiñó su ojo, como si esto fuese un juego sumamente divertido—. ¿Quieres ir a tu casa?

—¿Qué?

—Tengo una mejor idea.

Tomó el celular del menor y se lo entregó, tomando de la misma manera la mano de Jisung para bajarlo de ahí. También agarró la mochila del ajeno para salir del baño, y ambos, sin separarse, salieron de la escuela sin ser vistos.

Claro que se llenó de quejas por parte del menor mientras iban en el taxi, pero éstas mismas fueron ahogadas cuando vió la confitería más grande de todo Seúl.

¿Ésto era una cita o una simple salida? ¿Cuál era la diferencia?

¿Ésto era una cita o una simple salida? ¿Cuál era la diferencia?

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━ 𝐼𝑛𝑓𝑎𝑛𝑡𝑖𝑙 ⟩⟩ 𝑀𝑖𝑛𝑆𝑢𝑛𝑔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora