Capitulo 5. Un nuevo empleo.

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        Mientras el avión cruzaba el Océano Pacífico, rumbo a Hong Kong, Magdalena recordaba como había llegado al bufete Briceño y Jiménez,  aquella tarde de agosto. Dos meses después, saldría, humillada, vejada y maltratada para no volver a su casa jamás.  Teniendo que defenderse hasta de un tipo que quería usarla para su placer, y luego dejarla tirada.  Nunca pensaría que aquella inocente entrevista escondía una mentira. 

            —Recordando el pasado, hija — observó Maryland al ver la sombra de tristeza y desilusión que cruzaba el femenino rostro.

            —No puedo evitar pensar, que él sabía lo que estaba haciendo cuando me llevó allá. —Se lamentó ella — El y su madre eran licenciados en fingir lo que no era, tonta era quien creía en su sinceridad.

            —No te juzgues tan duramente, eras muy joven para saber de qué forma la maldad te rodeaba.

            —Me temo que me rodeo desde muy pequeña.  Muchos querían que no naciera o que muriera siendo una nena.

            —Pura maldad y envidia.  Nunca fuiste amante de hacer daño a nadie, aunque pensaran que sí.

            —Me lo arrebataron todo, incluido al amor de mi vida. —intentó no dejar escapar el llanto.  La semana anterior había sido muy fuerte para ella, el entierro de su prometido, la salida de Panamá hacia Nueva York para estar en la lectura del testamento, y ahora, su viaje al lejano oriente.

            —Tranquila, ten animo, volverás a sonreír y a mirar con alegría la vida.  Miodrag no quiere que te hundas en el desanimo, si algo admiró de ti fue tu fuerza y tu tenacidad para luchar por tus sueños.  No le defraudes, puso en tus manos su fortuna y una de sus empresas.

            —Olvida a Stuart, solo bastaron un par de días para que quedara perdidamente enamorado de mí, en un momento que no puedo responderle como desearía.

            —El tendrá paciencia contigo, sabrá esperarte. Si realmente te ama, te esperara cuanto sea necesario.

            Magdalena siguió mirando por la ventanilla del avión.  Estaban dejando atrás el Estado de La Florida,  de ahí todo era mar, hasta que divisaron las islas de la Polinesia, Hawaii, Tahití y lo que antiguamente era Guadalcanal.

            —Pronto estaremos en nuestro destino.  La primera escala es en Japón.

            Ella siguió recordando aquellos dos meses y medio que estuvo en esa cárcel que era ese empleo.  Le exigían llegar al despacho casi de madrugada.   A la licenciada le gustaba la puntualidad.  Y la exigía a todos sus pasantes y abogados socios.

            Al principio, la trataron razonablemente bien.  Y los compañeros se portaron a la altura, lógico, debían ganarse su confianza.  Por su parte, los abuelos la llenaban de consejos.  La abuela le aconsejaba nunca subirse al auto de ninguno, ni del jefe, ni de los otros pasantes.   Para ella todos eran tramposos y malvados.

            El abuelo le decía que observara todo, que si veía algo que no iba con ella, se retirara de ese trabajo inmediatamente.  Nadie esperaba que aquello ocurriera exactamente mes y medio después.

            Se acercaba el tiempo que celebrarían los cumpleaños de todos, además de la época Navideña.  Pese a que Hernán no quería que la tomaran en cuenta para ninguna actividad de integración al despacho, esto era para hacerla sentir poca cosa, ir minando poco a poco la autoestima y las ganas de luchar de la chica.

LA EMPERATRIZ DE NUEVA YORKWhere stories live. Discover now