EPILOGO

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Cinco de enero, cuatro y media de la madrugada. Todas se levantaron para arreglar sus maletas. Unas partían solas y otras, en pareja. Rhiannon partía para Hong Kong, junto a su esposo, hermana y cuñado.

—Parece cosa de ayer que vinimos a este país a cumplir con la misión de ayudar a sacar al dictador del poder. —suspiró — Hoy, partimos con la certeza del deber cumplido. Ellas dejaron sangre, alma y corazón en esa lucha.

—Algunas se quedan, tienen cosas pendientes por terminar. Tendrán una dura brega por delante. Habrá gente que las criticará por haberse puesto contra él.

—Y por haber ayudado al invasor. No les toca un camino fácil, precisamente. —expresó Maryland.

—Ojala tengan buena suerte. —replicó Ian. —Son mujeres valientes, que cualquier hombre desearía tener a su lado como esposa y compañera.

—Apreciación de dirigente enamorado —rió Edghill, con socarronería, —viejo zorro, te saliste con la tuya.

—Después de quince años, al fin la tengo en mis brazos. Mi esposa, mi mujer —la beso suavemente en la mejilla, Rhiannon rió complacida.

—El siete de enero es la lectura de testamento de Miodrag. Haremos una escala de cinco días en Nueva York, para atender ese asunto. No sé como lo tome ella, solo vio a Stuart una vez. —expreso Edghill con aprehensión.

—En las elecciones, cuando vino con la comitiva del ex presidente. Y la experiencia no fue muy buena, intentó coquetearle para ver si ella era de las que se iba con cualquiera. —recordó Maryland con humor.

—Y se dio la estrellada de su vida. Magdalena se sabe dar a respetar. Y respetó a Miodrag hasta el final. —replicó María Alejandra, que iba junto a Callum, su esposo.

—Lo sabemos, estuviste presente cuando se encontraron. Como buen marine, no podia dejar pasar una mujer bella sin intentar conquistarla. Se llevó un chasco cuando vio que no todas son iguales a las que acostumbraba.

—Ahora que es casi viuda de Miodrag, no dudo que no intente acercarse, ya que su hermano no está. —acotó Maxi. —Y seguro usara todos sus métodos para que ella se fije en él.

—Lo que seguramente logrará, si su difunto hermano era guapo, me imagino que él será impresionante.

—Lo único que Miodrag usaba bigotes, el cabello un poco más largo que él, y tenía los ojos azules, este los tiene verdes, y usa barba candado. El cabello más corto, casi como los soldados.

—Eso sí recuerdo, es un hombre atractivo e interesante. Como todos los de su tipo. Muchas quedaron babeando al verlo, otras se pusieron tontas cuando sonrió.

—No era para menos, si el difunto era impresionantemente varonil y atractivo, este no se queda atrás. Magdalena la va a tener difícil.

Ella escuchaba los comentarios sin prestar mucha atención, ensimismada en los recuerdos que llegaban a su mente. Y lo que enfrentaría cuando llegara a la Gran Manzana.

Llegaron al aeropuerto de la base. Los aviones estaban preparados y en espera de sus ocupantes. Unos iban a Los Ángeles, California. Otros a Washington y Florida. Eran diez aviones. Cada uno con cuarenta y seis tripulantes.

—Llegó el momento de la despedida. Algo que todas temían, por sus asignaciones, un par se va a hacer estudios de maestría a España, Francia e Italia.

LA EMPERATRIZ DE NUEVA YORKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora