Fragmentos de Besos al aire

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Por: Harriet_hor_sty_ma

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Por: Harriet_hor_sty_ma

Yo no pretendía enamorarme.

Puedo jurar que era lo que menos quería en ese momento.

Fueron sus palabras, su risa, sus detalles y su mirada.

Me molesta, cómo consiguió envolverme sin siquiera intentarlo.

Así que puedo echarle la culpa de todo, menos de una cosa.

Que le quise, como no había querido a nadie.

Su nombre es (porque no se ha muerto, por desgracia... es broma) Javier.

Sí, tiene un nombre tan simplón como ese. Ni siquiera tiene estilo.

No era el más guapo de la clase, estaba lejos de ser el más inteligente... pero, por alguna razón, las chicas siempre estaban como moscas detrás de él.

Yo fui una de las moscas.

¿No recuerdan la primera vez que se les aceleró el corazón? Solo pido que se pongan en mi lugar, fue demasiado para mí, apenas tenía catorce años.

La primera vez que lo vi no fue memorable tampoco. Fue un día normal, una presentación normal y un estudiante normal. Yo estaba muy enfocada en mis estudios.

No obstante, quizás una parte de mí, un instinto muy profundo me advirtió, un presentimiento que decidí ignorar.

Su sonrisa delataba que iba a ser un error... y yo estaba más que dispuesta a cometerlo.

El maestro de historia, lo hizo sentarse lejos de mí, no fue como en las películas, además, insisto, no me fijé en él de inmediato.

Solo fue... algo en él, me dio curiosidad.

—Isla... ¡Isla!

—¡¿Qué?!

—Que te estoy hablando, y no me escuchas.

—Lo siento, Lydia, ¿Qué decías?

Ok, lo admito. Siempre he sido mala para hacer amigos, y como si fuera poco, me cuesta conservarlos. Primero fue Martina, ella intentó ser amable, se cansó de mi hostilidad, luego Juana, luego Patricia, y por último Lydia ese año. La verdad es que aún no entiendo por qué querían con tanto ímpetu ser mis amigas, si yo lo que menos quería era tener que lidiar con personas.

Era desgastante... era buena escuchando... sí, pero cuando me daba la gana y con las personas correctas y Lydia era demasiado parlanchina para mi gusto.

No se callaba nunca.

—Y entonces le dije que ya no quería estar con él, ¿Qué debo hacer Isla?

—No estar con él.

—Sí, lo sé, pero es que... aún lo amo...

Ahí estaba otro problema, Lydia y su relación tóxica con Raul. Me tenían un poco hartita. Él ya le había pegado los cuernos unas tres veces, y ella volvía y lo perdonaba. Pero es que, pobre yo, aún no entendía que, a veces, ella le amaba mucho y de forma egoísta, que su ruptura no iba a ser fácil, que para ellos había algo de adictivo en la toxicidad y que olvidar nunca les sería sencillo.

Antología: Érase una vez una estrellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora