El problema de Lena (extra)

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Por: BecaAberdeen

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Por: BecaAberdeen

Extra de: "El problema de Lena". Puedes leer la historia en el enlace externo.

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—Hay una fiesta en la residencia de estudiantes de David —continuó ella, al otro lado de la línea.

Al fin, Lauren había llegado a la conclusión de que su primo era la mejor opción como profesor para mí.

El problema era que no me encontraba para nada de humor para lecciones románticas. Las clases de David tendrían que esperar a otro día, o a otra década.

Incluso se me ocurrió que quizá morir virgen, como Jane Austen, no era un prospecto tan malo.

—Voy a ignorar tu negativa. Es imperativo que acudas a esta fiesta. ¿Sabes cuantos chicos habrá allí?—insistió ella emocionada.

Solté un bufido aburrido.

—Quedamos a las nueve en la estación —se limitó a decir y tuvo la osadía de colgarme.

Bajé a cenar con mi familia, sopesando mis opciones. Si hacía lo que me apetecía y me quedaba en casa con Colin Firth, el lunes me encontraría con Alex y sus, aún más horas de experiencia en la "guerra", y yo siendo aún más friki y patética.

Por el contrario, si me esforzaba, salía y me emborrachaba, al menos el lunes al verle, me sentiría como si tuviera algo parecido a una vida.

De pronto, emborracharme sonaba mejor.

Siguiendo el consejo de una foto en Pinterest, me vestí bastante mejor de como que me sentía. Me puse unos pantalones negros pitillos, que me daban un aire sofisticado de femme fatale y la última camiseta que me había comprado, para asegurarme de que aún estaba de moda. Se trataba de una camiseta canalé de tela dorada metálica, con tirantes finos y cuello en uve. Me puse una bomber cortita marrón, abierta por encima de la camiseta para ahuyentar el frío de la noche. Me ondulé el pelo con las tenacillas y me atreví con un maquillaje de noche con el que nunca antes me había atrevido. Era el momento de probar cosas nuevas. Con las indicaciones de una youtuber, me apliqué el famoso estilo ojos ahumados e incluso me perfilé las mejillas para resaltar los pómulos. Cuando terminé, me quedé totalmente encandilada con la imagen del espejo. Estaba, aunque lo diga yo misma, muy guapa. Era una pena que Alex no fuera a verme así, pensé acongojada, hasta que me acordé de las redes sociales y los móviles con cámara. Tenía toda la intención de hacer muchas fotos esa noche, acompañada por hombres, atractivos a ser posible, y asegurarme de que Alex las viera.

Salí de casa con mis ideas terroristas en la cabeza y me encontré con las chicas en la estación de tren.

—¡Madre mía, Lena! —exclamó Alisa boquiabierta cuando me aproximé a ellas—. ¿Quién te ha poseído y guiado tu mano mientras te maquillabas?

Antología: Érase una vez una estrellaWhere stories live. Discover now