¿Alguna vez has sentido miedo de cerrar los ojos? ¿Miedo de soñar? Yo sí. Al principio creí que era paranoia, llegué a pensar incluso que jugaban al muñeco vudú conmigo. Pero, al pasar el tiempo, era más difícil de manejar, las pesadillas se habían convertido en mi propio infierno, aún sin estar muerto. La sangre, las muertes, los gritos, aquella sonrisa macabra que atormentaba mis días, habían impregnado mi mundo con miedo. Y ese era un mundo en el que yo no estaba dispuesto a vivir. Tenía que acabar con esto, acabar con mis pesadillas, pero lo más importante... acabar con ella.