Desorientada, abrió los ojos y los paseó por la habitación en silencio. Al cabo de un momento pudo reconocer que estaba acostada en medio su apartamento... Desnuda y bañada en sangre. Incapaz de recordar cómo había llegado allí se sentó lentamente y ceñuda, se llevó una mano con expresión de dolor a la cabeza. Flashes de gritos la atravesaron provocando que cayese de nuevo al suelo respirando erráticamente. Oscuridad. Ella atada. Dolor. Agujas. Muchos cables. De nuevo gritos. Retorciéndose en el suelo, no pudo soportarlo y acabó por volver a perder la consciencia.