- ¿Por qué me mentiste? - su voz sonaba dolida, quebrada, tanto como se encontraba él en estos momentos. El chico mantuvo las ganas de salir corriendo y se quedó a esperar una última respuesta. - Ya te lo dije, Ross. Solo quería tener sexo contigo. El rubio tragó saliva y aunque sus mejillas seguían rojas y húmedas a causa de las lágrimas, aun así se obligó a levantar la vista y mirarla a los ojos. La pequeña sonrisa que traía la chica terminó por romper el corazon en miles de pedazos, causando daños irreparables en los sentimientos del joven. Ella había jugado con sus sentimientos. Y pensar que él se había enamorado de una zorra como ella...