En la sociedad del siglo XIX el matrimonio, mas que la unión física y espiritual entre dos personas, representaba una necesidad para las mujeres, en especial para aquellas que no contaban con hermanos varones. Adara es la única hija del primer matrimonio de su padre, sin posibilidades de heredar propiedades por su cuenta, mucho menos cuando el hombre se vuelve a casar y con ello tiene dos hijos mas, entre estos un varón. Por lo que se ve en la necesidad de emprender su camino, en compañía de sus abuelos maternos, en el amplio mundo del mercado matrimonial, en busca de un compañero que la ayude a liberarse de la opresión de su madrastra.