La vida puede dar muchas vueltas en un segundo, en la mía los giros inesperados y la agonía ya son cosa cotidiana. Pero el conjunto de emociones que siento ahora solo se pueden describir como dolor, incredibilidad, pánico y temor ante la imagen frente a mí, mi mente no lo podía creer y mi corazón mucho menos, pero era la realidad una cruda realidad la que sin piedad me ha azotado y la confirmación de todo esto era al charco de sangre que nos rodeaba, solo lagrimas escapan de mis ojos en un intento de aliviar el destructivo dolor que circulaba por mis venas. Un grito agónico escapo de mis labios clamando por él, me negaba a que me dejara atrás, me negaba aunque no pudiera hacer nada para evitar que mi única razón de existir se fuera.