¡Oh, el amor, amor, dulce amor! El amor era simplemente maravilloso, ¿por qué no demostrarlo con gestos tan delicados y magníficos como la poesía? Él era delicado como las rimas que tú te quedabas hasta tarde escribiendo y pensando, con aquellos ojos que tú adorabas ver, y aquella melodiosa voz que te emocionabas escuchar. Lo tenías decidido, lo ibas a enamorar con poesías, maravillosas poesías hechas por una enamorada.