Atrapada en una carrera que detesta, en una vida que detesta, en un sentimiento que igualmente detesta, Dylan más que vivir intenta sobrevivir rodeada de criaturas que dicen ser personas pero que no se comportan como tal, por lo tanto ella piensa que la realidad no tiene nada que ver con los libros que tanto disfruta leer, esos en los que las casualidades existen y las sí personas existentes cambian por otras, esos en los que los personajes evolucionan para mejor a medida que una frase o una canción los inspiran. Lo que no esperaba era que la inspiración en forma de buen gusto literario, ojos verdes y una seria obsesión con el café la hicieran pensar que quizá la realidad no es tan mala como pensaba.
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