Un ángel miró con aprensión y tristeza a la joven arrodillada delante de su tumba, la cual dejaba que las lágrimas resbalasen por sus mejillas como una cascada mientras trataba de no gritar de dolor. "n-nadie me ha preguntado siquiera si estoy bien..." Río amargamente la muchacha, dejando una hermosa rosa amarilla, símbolo de amistad, delante de la tumba de piedra. Ante esa vista, bajó desde las alturas usando sus hermosas alas blancas el ángel, para luego acercarse a ella y abrazarla mientras susurraba las siguientes palabras. "Supongo que es cierto lo que dicen... alguien debe permanecer roto para poder reconstruir a los otros..."