Pensó en la chica, si en Kaoru, porque sin querer aquellos ojos azules de su sueño se colaron en el rostro de esa muchachita y a quien engañaba, era agradable colocarle un rostro a ese sueño que le había relajado tanto, sobre todo si era un rostro tan agradable y gentil. Si podía observarla por un rato más, entonces estaba bien, mientras no creara ninguna cercanía, al final que derecho tenía alguien como él a siquiera pensar en tener algo de felicidad.
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